- Periodista especializado en cine, programador de Sanfic y comentarista en Radio Cooperativa.
Hace unos años, conociendo la trayectoria de la dupla creativa conformada por los hermanos Farrelly, quienes desde hace más de dos décadas han hecho reír a los espectadores dividiendo al mismo tiempo la opinión de los críticos con su humor políticamente incorrecto y a menudo de dudoso gusto, habría costado imaginar que podrían llegar a dirigir un trabajo nominado al Oscar a la mejor película. Pero en Hollywood todo puede suceder, y es así como tras 20 años y 12 cintas en conjunto -algunas tan recordadas como «Una pareja de idiotas», «Loco por Mary», «Irene, yo y mi otro yo» y «Amor ciego»-, el mayor de los hermanos, Peter, se animó a dirigir su primer largometraje en solitario, «Green Book», no sólo con una positiva recepción de público y crítica, sino además con una exitosa cosecha de premios, partiendo con su estreno mundial en el Festival de Toronto, siguiendo con logros como sus tres trofeos en los Globos de Oro (incluyendo Mejor Película Musical o Comedia), y culminando actualmente con sus cinco nominaciones al Oscar, entre ellas Mejor Película.
Basado en una historia real que refleja las tensiones raciales del Estados Unidos de principios de los años 60 y que a la vez permite ecos ligados a la actualidad, aunque se ha dicho que en este filme Farrelly abandona la comedia para incursionar en otros terrenos, la verdad es que hay suficientes toques de humor (menos grueso que en su filmografía previa, eso sí) como para hacer más grato y transversal el relato. Los aspectos potencialmente más delicados o complejos de la trama están suavizados, y no profundiza demasiado en su retrato social, optando por quedarse en la superficie y en terreno más seguro.
¿Son exagerados los premios y nominaciones que ha estado obteniendo? Sin duda, pero igual no se puede negar que es un producto encantador, amable, inofensivo y edificante, que apela a los buenos sentimientos, tiene una buena dirección de arte y banda sonora y saca el máximo partido a la química entre sus dos protagonistas, en buenas interpretaciones de un algo exagerado Viggo Mortensen y un flemático Mahershala Ali.
«Battle Angel: La última guerrera»
La adaptación fílmica del manga japonés de principios de los 90 «Battle Angel Alita» era un proyecto del que se empezó a hablar en la década pasada y que originalmente encabezaría James Cameron, pero luego éste se concentró en «Avatar»; tras años de postergaciones ahora llega este largometraje, producido por Cameron pero dirigido por Robert Rodriguez. Con producciones como «Sin City» y las películas de «Spy Kids», este realizador ha demostrado que se desenvuelve muy bien en el cine de acción y efectos especiales, y acá es precisamente eso lo que mejor se luce; puede que su historia y la ambientación nos recuerde a otros títulos, pero de todos modos gracias a su afiatado elenco -que incluye a tres ganadores del Oscar-, una lograda visualidad y un ritmo dinámico, Rodriguez consigue un eficaz producto de entretención con historia de amor incluida, y que como adaptación de manga, es más acertada que lo que en 2017 vimos en «Ghost in the Shell», por ejemplo.
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