- Analista internacional
Cada semana un nuevo informe científico apunta al peligro del calentamiento global. En Polonia tiene lugar la COP 24, la conferencia de Naciones Unidas, que cual circo itinerante va de un país a otro para discutir qué hacer frente al cambio climático. En esta oportunidad se dio la palabra a David Attenborough, el respetado naturalista inglés que ha realizado para la BBC extraordinarios documentales sobre la vida silvestre del planeta. En sus palabras: “El cambio climático es la mayor amenaza para la humanidad en miles de años… Si no actuamos, el colapso de nuestras civilizaciones y la extinción de buena parte del mundo natural están en el horizonte”.
Pese a la acumulación masiva de la evidencia, que ya vivimos una crisis mayúscula, aumentan los que prestan oídos sordos a las advertencias. 17 agencias del gobierno estadounidense le señalan a la Casa Blanca que el país pagará inmensos costos, como ya lo hace, si no adopta medidas para reducir las emisiones. Ante ello, el presidente Donald Trump se limitó a decir, sin más, que no lo cree. Ernesto Araújo, que será el ministro de Relaciones Exteriores del presidente electo Jair Bolsonaro, que asume el 1 de enero, señaló que el calentamiento global no pasa de ser una argucia para causar alarma y, por esa vía, “aumentar el poder de las instituciones internacionales sobre los estados nacionales y sus poblaciones”. El objetivo es “sofocar el crecimiento económico en los países capitalistas democráticos”, favoreciendo a China, que promueve la “ideología del cambio climático”.
En el polo contrario destaca Emmanuel Macron, el presidente francés, que anunció impuestos para los combustibles fósiles. Además adelantó cambios a la matriz energética de su país: eliminación del carbón en la producción eléctrica. A la par de una reducción sustantiva de la generación nucleoeléctrica. En lo que toca a los impuestos a los carburantes, Macron enfrentó una rebelión masiva de los llamados “chalecos amarillos”. Los desórdenes liderados principalmente por sectores de extrema derecha obligaron a Macron a dar una vuelta en U y anularlos. En el caso francés hay una saturación con la austeridad impuesta tras la crisis financiera del 2008. Algo que ha llevado a un permanente recorte de prestaciones sociales, entre las que se cuenta más años de trabajo para jubilar. Así los llamados impuestos verdes fueron la gota que rebalsó el vaso.
Los esfuerzos por moderar y reducir el aumento de las temperaturas son convenientes para el conjunto de la vida en el planeta incluido, por supuesto, los humanos. Los más expuestos, en todo caso, con los cambios climáticos son los más necesitados que sufren los rigores de huracanes, inundaciones, sequías y nuevas enfermedades. De allí que combatir las políticas contra el calentamiento global perjudica, en primer lugar, a los más desvalidos.
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