El agua embotellada tiene cada día más adeptos. Muchos la prefieren por sobre el agua natural del grifo o la hervida. Tal vez, ese cambio de hábito de los consumidores se deba a la desconfianza que genera el agua que obtenemos directamente de la llave, junto con por la comodidad de comprarla en el camino.
Cuando se habla de agua mineral natural, se hace referencia a las aguas que no sólo contienen sales y minerales, sino que además propiedades naturales, que surgen de la fuente de la cuál fueron obtenidas, explica Marcela Canales, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Andrés Bello.
El agua mineral, señala la nutricionista, se caracteriza por ser una agua pura en su lugar de origen, de preferencia un manantial, propiedades especiales que no pueden ser creadas artificialmente.
Saber elegir
A la hora de escoger el tipo de agua, la profesional sugiere reparar en detalles significativos, como el nivel de residuo seco que cada agua contiene. “Éste determina la ligereza del agua y la acción diurética que posee. En la medida que las aguas tengan más bajo el residuo seco, mayor será su efecto diurético. Para el consumo diario, el mejor tipo de agua que se puede consumir, es aquella con un nivel bajo de sales, pues una dieta equilibrada asegura al organismo un aporte suficiente de sustancias minerales”, indica.
Sin embargo, en los meses de calor, lo mejor es optar por aquellas con niveles medios, necesarios para reponer las sales que se eliminan con el sudor. “En casos especiales de salud, es recomendable que las personas consulten a su médico o algún profesional de la salud para que él le recomiende el tipo de agua que debe ingerir”, señala la experta.
Leer la etiqueta
Para evitar confusión ante todos los productos existentes en el mercado, la nutricionista Marcela Canales, aconseja leer atentamente las etiquetas de los productos, para verificar que no sobrepasen los niveles máximos recomendados.
Los niveles recomendados son, en el caso del Sodio (Na) 20 mg. por litro, los de Potasio (K) 10 mg. por litro, los Sulfatos (SO4) 25 mg. por litro, Nitratos (NO3) 10 mg. por litro, Flúor (F) 1.5 mg. por litro.
También es recomendable verificar la fecha de vencimiento de las aguas embotelladas, que suele ser uno a dos años desde la fecha de elaboración. Además, es importante saber dónde almacenar las aguas, que no deben estar expuestas al sol por largos períodos, ni sometidas a temperaturas elevadas.
“ Las aguas que brindan la mayor seguridad son aquellas que cuentan con algún dispositivo para garantizar que el contenido de éstas sea el que se indica, como tapas roscas con una vaina finita sujeta al cuello de la botella y que, una vez que se abre resulta imposible cerrarla herméticamente sin percibir que ya ha sido abierta”, concluye la especialista.