Desde que Ignacio Briones determinó aventurarse en la campaña presidencial, tuvo el apoyo incondicional de su familia. Vendió un terreno en el sur para financiar parte de la campaña y el hecho de estar sin ingresos desde que dejó el gabinete. No todo el peso financiero se lo podía llevar su esposa, a quien dice admirar profundamente.
No es un político tradicional, no suele «pegarle» a nadie ni esgrimir declaraciones «rimbombantes», porque lo suyo, como subraya, son las propuestas.
¿Cómo está asumiendo este desafío presidencial y qué es lo que más le ha costado?
Con mucho entusiasmo, con un equipo de mucha gente independiente que está ad honoren, y quizás lo más desafiante en esta etapa es que mucha gente tiene una imagen mía desde el desconocimiento, desde el estereotipo de haber sido ministro de Hacienda y lo que estamos tratando de hacer es plantear mis convicciones más profundas. Mi convencimiento es que se requieren rostros nuevos en política. Se requiere de una política honesta, donde dejemos de lado las promesa y pasemos a los compromisos.
¿Le costó pasar de la academia a la política?
Yo me adapté rápido. Pero fue muy sorprenden y nuevo el estar en la «primera línea», con políticos profesionales, estar en el Congreso. Estuve básicamente viviendo en el Congreso. Pude observar el comportamiento de los políticos con bastante pena, de alguna manera, porque uno ve que muchas veces están más preocupados de sus peleas chicas, de sus cuñas, sus twett, o de los matinales. Muchas veces caen en la discriminación y yo no soy así. Yo me siento muy libre, no le debo nada a nadie, a ningún grupo, ni económico, ni al Estado, ni político.
¿Cuál es su principal diferencia con sus «adversarios» de Chile Vamos?
Nosotros estamos convencidos de que hay que diferenciarse con las propuestas y con los que está detrás de ellas. Por ejemplo, uno de los ejes programáticos que tenemos tiene que ver con el costo de la vida y la capacidad de las personas de llegar a fin de mes. Ahí hay una deuda pendiente. Vamos a reformular completa la política social que tenemos y el compromiso es que ningún trabajador formal va a ganar menos de 400 mil pesos líquido.
¿Eso lo paga el empleador, la pyme?
Se trata de que el Estado, solidariamente, le entregue plata directa a las personas para asegurar ese ingreso. Eso se puede, pero hay que atreverse a romper el huevo, porque de los diversos programas sociales y no sociales -que son más de 700 y que a mí me tocó evaluar-, muchos están capturados por operadores y ahí se van recursos que se podrían entregar directo a las personas. Hay otras medidas en esa línea, como bajar el precio del transporte público a la mitad. No gratis porque no hay infinitos recursos, pero eso implica devolverles a las personas cerca de $250 mil al año. Esto es ayudar a las personas e incentivar el trabajo formal.
Desde esa perspectiva, ¿se arrepiente de haber impulsado y celebrado el IFE de 65 mil pesos en 2020?
La discusión a veces es tan miope que se queda en una parte y se olvida de la otra. Un mes después ese IFE de $65 mil, cuando el Colegio Médico pedía $75 mil, yo encabecé un acuerdo nacional que lo llevó a $100 mil y que llegó a más de 8 millones de personas. Yo me quedo con eso, no con la caricatura de una celebración. Es un proceso de aprendizaje donde hemos aprendido de lo sanitario y también en las ayudas sociales, donde yo manifiesto mi voluntad de diálogo.
¿Por eso apunta a políticas más definitivas?
Lo que estamos planteando no es un ingreso de emergencia, lo que nos convoca es futuro. Se necesita una política permanente que haga una revolución, una reforma profunda a nuestra política social, que acompañe los ingresos de las familias, que les haga más fácil llegar a fin de mes y eso lo vamos a hacer con solidaridad, con impuestos generales de la nación, mejorando el gasto público y transformando muchos programas que están capturados por operadores políticos.
¿Le pesa de alguna forma el no haber podido influir lo suficiente para avanzar en este tipo de políticas cuando fue ministro?
Cuando se está en una emergencia, las políticas permanentes quedan, de alguna manera, postergadas, como le pasa a cualquier hogar. Lo que vivimos fue una emergencia, donde fue un incendio permanente, muy rápido, muy vertiginoso y donde naturalmente se tuvo que dejar de lado muchas cosas estructurales. Con todo, nosotros sí avanzamos, como con el tema de las exenciones y la pega está ahí pero falta la voluntad política para hacerlo. No se avanza porque estamos capturados por grupos de presión que atraviesan todos los sectores políticos.
¿Quién es responsable de la permanencia de esos operadores?
Todos quienes han sido gobierno tienen responsabilidad porque todos tienen operadores, algunos más enquistados que otros, porque son funcionales a las elecciones. Eso es una suerte de corrupción y hay que erradicarlo de cuajo, porque esa plata es de los chilenos. La captura del Estado es impresionante, eso tiene bloqueado el poder tener un Estado al servicio de los ciudadanos.
¿Ve posible materializar esto? Porque si usted llega a La Moneda, lo hace con los partidos de Chile Vamos, donde también hay sectores que se oponen al cambio.
La política cambió. El ciclo político que conocemos cambió diametralmente y quien no entienda ese cambio, que el acceso al Estado debe ser por mérito al servicio de los ciudadanos, no va a estar en nuestro gobierno.
¿Cómo recibió el anuncio del IFE Universal y las ayudas para las pymes?
Son recursos bien sustantivos. Yo no soy parte del Gobierno, no voy a ser opinólogo. Di esa etapa por superada, pero no cabe duda que son tantísimos recursos. Recursos que vamos a tener que pagar todos mañana, porque es puro endeudamiento. Pero es lo que hay que hacer, estos esfuerzos hay que hacerlos en emergencia.
Nosotros hemos puesto mucho acento, además del apoyo a las familias, al apoyo a las pymes, porque una de las prioridades son las pegas, la recuperación al trabajo. Ahí es donde hay una incertidumbre brutal, y los años que vienen van a ser difíciles para el empleo y las pymes. Por eso planteamos mantener el subsidio al empleo al menos por dos años más, facilitando el acceso a créditos y una serie de otras medidas.
¿Cree que le pueda jugar en contra el haber sido ministro de Piñera?
Somos cuatro exministros en la primaria y eso lo vamos a ver en la votación. Lo que me convoca es hacer propuestas reformistas. Yo creo en el cambio social, lo he creído siempre.Tenemos una desigualdad de oportunidades muy injusta, que es muy marcada y por eso hay que mejorar la educación pública. Quiero una educación pública mejor que la privada y tenemos un plan a 10 años para hacerlo. No va ser mañana, pero vamos a partir con todo, para así tener mejores ciudadanos y no sólo mejores trabajadores.
En la oposición hay dos candidatos que van a primarias, Daniel Jadue y Gabriel Boric, ¿cree que un posible gobierno de alguno de ellos sería negativo?
Yo claramente tengo ideas muy distintas a las de Daniel Jadue, un alcalde comunista y su partido se ha restado de todos los diálogos que ha habido. Yo creo en el diálogo, en las propuestas, no simplemente en la rabia o la denuncia. Llegó el momento de las propuestas, de plantear una mirada de futuro que entregue certidumbres y seguridad a las personas. La clave es hacer propuestas que sean duraderas.Creo en los acuerdos, en el reformismo realista que sea perdurable en el tiempo, porque eso es más justo.
Respecto a Boric, creo que es una persona mucho más dialogante. Me encantaría siempre hablar con todas las personas, pero creo que él, teniendo todas las diferencias políticas que tenemos, es una persona que ha tenido voluntad de diálogo. Es una persona joven y me encantaría dialogar con él, pero tenemos diferencias profundas, partiendo por el hecho de ir a primarias con el PC. Eso dice mucho. No creo en el Chile de los extremos.
¿Qué opina sobre la despenalización del aborto y de la eutanasia?
Soy favorable a la eutanasia, creo que la clave es que la persona adulta tome esa decisión de forma libre. Y respecto del aborto, siempre fui partidario del aborto en tres causales y, sobre el aborto libre, creo que es una discusión que hay que tener. No hay que desconocer el drama que significa para muchas mujeres, pero creo que es un debate de una gran profundidad que no cabe analizar, desde ya, qué es lo significa aborto libre. En todos los países hay restricciones. Hay que pensar que el ser humano -no es una personas, pero sí un ser humano- es sujeto de protección y la pregunta es cómo se balancea eso con el derecho de la mujer, muy valioso, sobre su cuerpo. Esa es una cuestión que es sujeto de debate y uno de los debates morales más profundos y difíciles. Hay que acompañar a las mujeres que han sufrido y que están en situación de abortar y, por supuesto, mejorar la educación sexual. No me cierro a ese debate.
De la ciudad a la delincuencia
También hay desigualdad en términos territoriales ¿Cómo se enfrenta eso?
Fuimos los primeros, probablemente, en hablar de ciudad, de cómo es una ciudad segregada, donde tenemos dos Chile. Hay que tener una ciudad con acceso igualitario a bienes públicos y privados, nivelando para arriba. Hay que emparejar la cancha. Los recursos son del Estado, hay una palanca operativa que es del Estado, pero esto tiene que hacerse en diálogo con los municipios y las personas, de forma tal de incorporarlos en el proceso. Se debe hacer de acuerdo al territorio y las comunidades. Por eso es fundamental la descentralización.
¿Planea fortalecer el rol de los gobernadores?
Eso se va a ir dando naturalmente. En este nuevo cargo vamos a ir descubriendo problemas, desafíos y cuestiones que haya que ir haciendo para que esto tome ritmo y capacidad real. Pero en lo concreto, tenemos medidas inmediatas, como dar mayor autonomía a las regiones en el manejo de los recursos, fortaleciendo el músculo burocrático del Estado, para que sea de excelencia y por mérito. También, hay que dar incentivo tributario concreto, impuestos reducidos a las empresas que se vayan a instalar a regiones.
En el eje económico nuestros, el turismo es clave. Vemos el turismo como política de Estado y aquí las regiones tienen mucho que decir, es la industria de desarrollo de futuro para Chile. Tenemos riquezas enormes y hay que trabajar intensamente en eso.
¿Qué acentos se necesitan en seguridad?
El tema es la delincuencia. Estamos fallando y no es sólo es culpa de un Gobierno, el Estado falla. Acá tenemos un tema, pero siempre se habla de subir penas, pero el problema es que las penas que tenemos no se aplican. Tenemos propuestas para que en caso de reincidencia, que son el grueso de los delitos graves, tenga pena efectiva, pero eso no se da. Hay un tremenda heterogeneidad en la aplicación de penas, una fiscalía donde las causas no llegan a término. Buena parte del problema está ahí, además de modernizar Carabineros, que eso todos lo compartidos y tenemos que darle los recursos humanos y tecnológicos para estar a la altura.
¿Y en La Araucanía?
Primero tenemos que hacer imperar la ley y el Estado de Derecho con todas las herramientas que nuestra institucionalidad le da el Estado, sin tapujos. El Estado tiene el monopolio del uso legítimo de la fuerza y tenemos que ocuparlo.
Nos hemos propuesto crear una fiscalía especial para la macrozona sur, hemos planteado también una protección especial a fiscales y jueces, y que exista la posibilidad de que los jucios se hagan en sedes distintas, de formal tal de anular el amedrentamiento o presione indebidas. Hemos insistido en que la capacidad tecnológica debe estar al día. Carabineros tiene que contar con todos los recursos, particularmente en materia de inteligencia. Si no tenemos esa capacidad tendremos que pedir ayuda externa a quienes sí la tengan, mientras formamos en Chile.
Hemos dicho además que tenemos que seguir la ruta del dinero. Sabemos que esa actividad terrorista se financia con recursos provenientes del robo de madera y de droga. Cuando eso es así, usted sigue el dinero y se va a saber quién compra la madera y quién la vende.
Si de usted dependiera, además de los operadores políticos, ¿A quién sacaría de la escena nacional?
Yo no sacaría a nadie. Creo que todos tenemos derechos de levantar nuestras ideas y competir dentro de las reglas del juego democrático. Hay que respetar con mucho celo las reglas de nuestra institucionalidad. Me parece que, por ejemplo, el debate que se esta dando sobre los famosos indultos, es una pésima señal, porque nuevamente va difuminando la necesaria separación entre los poderes del Estado.
Acá hay un cambio de paradigma que interpela a toda la política. Ya no es posible hacer política sin recoger la opinión de la gente, estando mucho en terreno.
En materia de reparación por las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el estallido ¿Cómo avanzaría?
Lo primero es reconocer que acá hubo violaciones a los derechos humanos. Eso ocurre cuando un agente del Estado inflinge un daño injustificado a una persona. Eso marca una diferencia respecto de quienes dicen que acá hubo una política sistemática de violaciones a los DD.HH., y este no es el caso. Esto ocurría en la dictadura, donde había un diseño, un Estado para.
Dicho eso, por supuesto que acá hay que avanzar en reparación de quienes fueron víctimas de esas violaciones.
¿Cree que Evópoli ha sido consistente en su agenda de libertades personales?
Siempre. Evópoli ha apoyado desde hace mucho tiempo el matrimonio igualitario. Creemos en la dignidad de las personas y que no puede haber ciudadanos de primera y de segunda. Todos somos iguales ante la ley., no es el Estado el que tiene que decir quién se casa y quién no. También apoyamos la ley de identidad de género. Creo que en eso tenemos una identidad común. Hemos propuesto la legalización de la marihuana para los adultos, pero siendo draconianos respecto de las sanciones cuando esto llega a jóvenes o niños. Hay que quitare la renta a los narcos y para eso hay que legalizar esto y cortar el canal para que se accedan a drogas más peligrosas.