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Investigación jesuita revela que Renato Poblete abusó de una niña de 3 años

La investigación encargada por la Compañía de Jesús sobre los abusos sexuales de Renato Poblete halló, de entre las 22 víctimas confirmadas, cuatro menores de edad, entre ellas una niña de 3 años.

De acuerdo a lo establecido por la indagatoria del abogado Waldo Bown, en uno de los casos el sacerdote mantuvo una relación de pareja con una madre de familia, sobre la base de la dependencia moral, sicológica y económica, la cual le daba también acceso a sus hijas menores, de quienes Poblete abusaba fundamentalmente con besos y tocaciones de carácter sexual.

Una de ellas comenzó a ser abusada desde que tenía tres años, hasta los 10, en la década de 1970, ciclo que se fue intensificando en el tiempo, según nuevos detalles que reveló este domingo el diario La Tercera.

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Poblete abusó de cuatro menores de edad: el primer caso ocurrió en 1959, sólo cuatro años después de que se ordenó como sacerdote, contra una niña de 13 años hasta los 15; y el último, en 2002, cuando él ya tendía 78 años, contra una adolescente, que fue abusada desde sus 12 hasta sus 16 años de edad.

En total, el ex capellán del Hogar de Cristo cometió abusos durante casi medio siglo, entre 1956 y 2008 -dos años antes de su muerte- contra 22 mujeres, testimonios cuya credibilidad y plausibilidad fue confirmada por el abogado: la primera víctima fue una joven de 19 años, y la última, una mujer de 44 años, y ambas declararon en la investigación.

Entre los escenarios donde cometía los ataques sexuales, era su oficina en el Hogar de Cristo, a puertas cerradas, o en el Centro Bellarmino, hasta donde concurrían bajo la excusa de una situación laboral, según testificaron nueve víctimas.

Otros ocurrían en su automóvil, en el cual les ofrecía traslado a sus casas, así como espacios sociales: al menos dos casos se registraron cuando cumplía labores estrictamente sacerdotales, siendo uno de ellos en la confesión de una religiosa, y otro en un retiro espiritual en Punta de Tralca, al cual la víctima acudió por inquietudes de vocación religiosa.

Violencia, denigración, dependencia y cercanía familiar

De acuerdo con las descripciones permanentes de las mujeres abusadas, Poblete cometía agresiones sexuales por sorpresa, en las que las abordaba e intempestivamente intentaba besarlas y tocarlas; y durante el acto actuaba con violencia, con golpes físicos como cachetadas y gritos como: «Te quiero hacer sentir querida», «quiero darte cariño de padre», «no te corrái, mierda (sic)», «te quiero querer de la mejorar forma».

La investigación de Bown determinó que Poblete mantenía las relaciones abusivas y evitaba ser denunciado debido a lograba entrar en el entorno familiar cercano de las víctimas: comúnmente generaba relaciones íntimas con los padres, participaba de instancias familiares y viajes a la playa y era confesor y confidente, además de ser el sacerdote de cabecera, celebrando matrimonios y bautizos.

Eso, junto a la dependencia económica: un grupo familiar era mantenido en su totalidad por él; y a otros, les ofrecía ayuda en momentos de dificultad, con oportunidades laborales, con materiales de estudio, consiguiendo vacantes en colegios de renombre, becas, apoyos sociales y económicos en programas del Hogar de Cristo, e incluso facilitaba dinero en efectivo y créditos hipotecarios y se arrogaba de tener contacto con «gente poderosa».

Todo ello también les era enrostrado a las mujeres durante los ataques sexuales: «Sin mí, ustedes no podrán comer»; «acuérdate todo lo que yo hago por tu familia», según los testimonios.

Asimismo, las denigraba físicamente -«si estás gorda no conseguirás a nadie» o diciéndoles «feíta»-, e incluso las instaba a disfrutar los abusos: «Miren, si la violación es inevitable, relájense y gócenlo».

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Y cuando temía ser denunciado, hacía uso de la dependencia y de su poder, citándolas a su oficina y haciéndolas esperar por horas, sin atenderlas; o las subía a su auto y las abandonaba en cualquier lugar.

La investigación de Bown estableció que aunque Poblete no era demasiado popular al interior de los jesuitas, de acuerdo con las declaraciones de 27 sacerdotes, supo que 15 religiosos de la Compañía sabían de los intentos de besos y tocaciones y de aparentes relaciones estables que mantuvo el fallecido cura, sostiene La Tercera.

De ellos, siete recibieron algún tipo de información de abusos: cinco apuntaron a rumores o comentarios de terceros; mientras que dos dijeron haber recibido testimonios directos de las víctimas: uno recibió expresas instrucciones de la víctima para no divulgar la información y el otro, al cura Juan Ochagavía, quien hizo llegar los antecedentes al provincial jesuita de la época, Guillermo Marshall, y a su superior Patricio Cariola, pero no se hizo seguimiento a la denuncia.

De los otros, tres no recordaban nada, tres han muerto y dos sufren enfermedad mental grave; sin embargo, en sus conclusiones, Bown no detectó actitudes de encubrimiento tal cual lo describe el Código Penal.

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Mas sí determinó «prácticas de carácter cultural» al interior de la congregación: el orgullo y la defensa corporativa -«basada en la obediencia jerárquica» y de que cualquier información disonante es considerara «amenaza»-; la exaltación del logro y la autonomía individual –al punto de que «para la mayoría, Poblete era intocable»-; el uso de la cercanía y la influencia con círculos de poder -«las redes de Poblete» le permitieron «construir su sistema de abuso sistemático»-; y el modelo de masculinidad tradicional.

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