Desde el 3 de agosto la ley que prohíbe el uso de bolsas plásticas es una realidad. Por un lapso de seis meses los grandes comercios podrán entregar dos unidades, mientras que los pequeños negocios cuentan con un período de dos años para eliminar su uso.
Para los chilenos que han levantado la bandera de la sustentabilidad ese esfuerzo no es suficiente. “Es un avance que no den bolsas plásticas para transportar los elementos, pero debemos cuestionarnos que le ponemos dentro. Es súper fácil ir con una bolsa de tela al supermercado y llenarlo de otros envases desechables y que no nos importe nada», dice Camila Silva (29), una de las activistas chilenas que promueve la reducción de la producción de desechos.
Las palabras de la diseñadora industrial aluden a la permanencia del plástico como envase. Según la Ley n° 21.100, se excluye de prohibición “las bolsas que constituyan el envase primario de alimentos que sea necesario por razones higiénicas o porque su uso ayude a prevenir el desperdicio de alimentos”
«Estamos mal acostumbrados. Hoy en Santiago existen muchas posibilidades de eliminar los envases. Yo lo hago al 100% lo hace mucha gente que está tomando está tendencia”, añade Silva, quien se las arregla para consumir de forma sustentable.
Los frascos regresan
Aunque la compra a granel nunca desapareció de espacios como La Vega Central, hoy han florecido varios emprendimientos de este tipo en Santiago. Una de las tiendas más emblemáticas es La Nacional en Providencia, que desde julio de 2017 ofrece desde legumbres hasta detergente ecológico en recipientes retornables. Luego, se sumaron Kulko Emporio en Las Condes y Sin Envase en Ñuñoa, que abrió sus puertas en marzo a un costado de Plaza Ñuñoa.
Andrea Zamora, dueña de Sin Envase junto a Sebastián Díaz, cuenta que recurren seguido a ferias sustentables, ya que su labor va por la «no contaminación, el ahorro y la educación. Junto con eliminar el plástico y dar una alternativa, queremos eliminar el consumo no planificado, tener que tirar los alimentos porque el formato de los envases obliga a tener de más», dice.
Andrea sabe que la venta a granel es un sector marginal del mercado, que se lleva adelante por negocios pequeños pero cada vez más numerosos. «Somos súper optimistas de que se pueda ir replicando. Vemos que hay una necesidad de la gente por comprar de una manera diferente», enfatiza.
En la misma comuna Consuelo Quivira (31) levantó MejorxGramos, un emprendimiento de pequeña escala en su domicilio. Ofrece cereales, snacks, legumbres y frutos secos, además de productos de higiene personal como peinetas, shampoo en barra, toallas higiénicas reutilizables, jabón, cepillos de dientes de bambú.
“Han surgido muchos negocios, es algo que partió en el mundo. Yo me subí algo tarde a la micro, mi enfoque se basa e transparrentar el conocimiento del origen de los alimentos: Acá la gente viene organizada a buscar sus cosas. Si no traen bolsas de género o frascos, se les entregan por una cifra accesible», cuenta Quivara, quien también realiza entregas a domicilio.
«Hoy estamos repartiendo en Ñuñoa, Providencia, Santiago y Las Condes. Funciona con la misma dinámica, pues se dan las bolsas a costo para evitar las desechables. Para los productos líquidos se reciben envases a cambio», añade, quien define a sus consumidores sustentables.
«Vienen hartos chicos jóvenes que buscan ser un aporte dentro de sus posibilidades en sus casas. Y también parejas que no tienen grandes gastos, que pueden darle prioridad a conseguir alimentos de mejor calidad. Y otro grupo son personas que han generado vínculos con esta forma de emprendimiento», indica.