Antes de haber cumplido sus 25 años de edad, María Butina parecía tener una carrera política incipiente y una cadena de mueblerías en su aldea natal en medio de Siberia. Pero al poco tiempo abandonó ambos senderos y cambió su rumbo hacia el activismo a favor de las armas de fuego y el interés por fiscales estadounidenses.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos acusa a la rusa María Butina, que ahora tiene 29 años, de intentar influir en la política del país al conspirar como una agente extranjera no registrada. Butina fue arrestada el domingo porque había indicios de que pensaba abandonar Washington y compareció ante una corte el lunes.
El objetivo de la agente ilegal era el de favorecer los intereses del Kremlin a través de sus acciones, primero en territorio ruso y luego en el estadounidense, en plenos preparativos electorales.
Se le acusa de ser parte de una nueva generación de infiltrados rusos en Estados Unidos. Su abogado dijo que ella no hizo nada ilegal.
«Es una psicosis, es una cacería de brujas», dijo su padre, Valery Butin, según el sitio web Altapress, de su pueblo natal, Barnaul.
La fiscalía estadounidense dice que Butina utilizó su activismo a favor de las armas de fuego para infiltrarse en la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y el Partido Republicano, tanto durante la campaña presidencial del 2016 como después de la elección de Donald Trump.
Según el Departamento de Justicia, Butina tiene relaciones estrechas con un ‘funcionario ruso’ que no fue identificado en los documentos relativos al arresto, aunque los medios locales apuntan que se trata de un político llamado Alexander Torshin.
Según informó el Gobierno, existió un esfuerzo por parte de Butina y este funcionario para que la detenida actuara como agente rusa dentro de EEUU, tejiendo relaciones con estadounidenses e infiltrándose en empresas que tuvieran influencia con políticos del país.
La televisión oficialista rusa califica a la mujer de «víctima ideal» de una histeria antirrusa en Estados Unidos. La embajada rusa en Washington dice que a Butina no se ha dejado reunir con representantes de su consulado desde que fue arrestada el domingo.
Desde su juventud en la lejana provincia rusa, según la prensa local, Butina exhibió gran ambición empresarial, astucia política y una afición por las armas de fuego.
Eso es un impulso al abandono de su lugar de origen y mudarse a Moscú, donde la amistad con un gran influyente y un grupo que aboga por la legalización de la tenencia de armas de fuego.
Y sus ambiciones no se limitan al ámbito nacional. Fue en Estados Unidos y asistió a muchos cónclaves derechistas, desde el Freedomfest en Las Vegas a la asamblea de la NRA en Indianápolis, de acuerdo con sus propios mensajes en redes sociales. En cierto momento conoció al gobernador de Wisconsin, y ofreció un curso en una escuela secundaria y una universidad en Dakota del Sur.
«Aquí no hay nada nuevo», expresó el embajador ruso en Estados Unidos, Anatoly Antonov, según agencias de noticias rusas. «Los servicios de inteligencia están a la caza de ciudadanos rusos no sólo dentro de Estados Unidos sino en el extranjero».
Antes de mudarse a Estados Unidos, Butina estudió ciencias políticas en la Universidad Estatal de Altai y en la Escuela de Estudios Políticos en Barnaul, y abrió un negocio de muebles que amplió con varias tiendas.