Cuando el príncipe Harry y la actriz estadounidense anunciaron su compromiso en noviembre del año pasado, se pensó que la nueva integrante de la familia real de Inglaterra llevaría el título de princesa.
Lo “revolucionario” que significa que la reina Isabel II haya aceptado el matrimonio de su nieto con una mujer divorciada y que tenga ascendencia mestiza, motivo que en pleno 2018 fue tema para la prensa británica, queda sólo hasta ahí, ya que por protocolo de la realeza británica la actriz carece de la “sangre real” necesaria para recibir el título de princesa.
Sin embargo, según BBC Mundo, Meghan no es la única que tiene esta suerte. Su concuñada, Kate Middleton, esposa del príncipe William, e inclusive, su difunta suegra, Diana Spencer (Lady Di), no recibieron el codiciado tratamiento.
Pero no está todo perdido, ya que al igual, como suele pasar, de la mano con los matrimonios reales viene un ducado para el nuevo integrante de la corona. Es por esto que tras su boda, Kate se convirtió en la duquesa de Cambridge, y se prevé que la reina otorgará a la ex actriz de Suits el ducado de Sussex.
Cabe destacar que siempre hay excepciones a la norma. En 1947cuando Felipe se caso con Isabel II recibió el título de duque de Edimburgo por parte de su suegro, el rey George VI. No obstante, diez años después, la actual reina otorgó a su esposo “el estilo y el título de príncipe del Reino Unido”.