DIRECTOR DE ECONOMIAPARATODOS.CL
Este domingo se llevará a cabo un nuevo cambio de gobierno en nuestro país. Así, la administración de la Presidenta Michelle Bachelet vive sus últimos días. Al respecto, resulta oportuno, justo y necesario evaluar su mandato. Como mi vereda es la economía, en las siguientes líneas aportaré cifras que dan cuenta de algunos resultados económicos relevantes.
El crecimiento económico anual, durante la segunda administración de la Presidenta, fue un 1,9% promedio. Esta cifra es la más baja registrada por un gobierno desde la vuelta a la democracia. De hecho, fue durante el primer mandato de Bachelet que se registró la segunda cifra más baja de la que se tiene registro en las últimas tres décadas: una expansión promedio de 3,3% al año. En contraste, el crecimiento económico medio anual osciló entre 4,7% y 7,3% cada año durante las administraciones de Aylwin, Frei, Lagos y Piñera.
Adicionalmente, por primera vez desde el año 90, durante 2014 y 2016 Chile anotó tres períodos consecutivos de contracción de la inversión, lo que sólo sucedió en 1991, 1999 y 2008, producto de crisis económicas mundiales, como lo fue la asiática y la subprime.
En materia de comercio internacional, nuestro país no estuvo exento de hitos negativos. Por segunda vez en casi tres décadas, Chile contrajo sus exportaciones durante dos años consecutivos, mientras que por primera vez desde el retorno de la democracia el país anotó tres años seguidos de contracción de las importaciones.
Finalmente, la administración de Bachelet permanentemente gastó más de lo que generó, por lo que las deudas del país ya totalizan $44 billones. Durante todos los años de la Mandataria el país debió recurrir a préstamos y en 2016 se solicitó el más alto de los últimos 30 años.
Así, las cifras sugieren irrefutablemente que, en materia económica, éste fue el peor gobierno desde la vuelta a la democracia. No obstante, para ser justos, la coyuntura internacional no acompañó a la Mandataria. Y es que Bachelet administró el país en épocas de contracción mundial, reflejadas en el valor del cobre. En los últimos cuatro años el metal se vendió a un precio promedio de US$ 2,65, el que contrasta con los US$ 3,57 de la administración Piñera y los US$ 2,92 del primer gobierno de Bachelet, aun cuando el mundo sufrió la segunda crisis más importante del siglo XXI.
De todas formas, el metal no puede ser excusa general. Resulta justo reprochar falta de empatía e impulsividad por parte del Gobierno, reflejadas en la forma y fondo de cómo se impulsó la Reforma Tributaria y la Laboral. El nulo espacio para discusión, perfeccionamiento y gradualidad no hizo más que agravar un panorama económico sombrío. La soberbia fue el principal motor para tildar de egoísta y mala persona a todo aquel que osara cuestionar las reformas. En ese sentido, la ceguera nos condujo a malos resultados.
La lección que nos deja esta administración es que no basta con buenas intenciones. La responsabilidad es clave para que Chile recupere la senda del progreso, entendiendo que lo económico y social son igual de importantes, pero van de la mano. Creer que no es así sería volver a cometer errores del pasado.
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