A las 8 de la mañana del 14 de febrero de 1879, una fuerza expedicionaria del Ejército de Chile, compuesta por 200 hombres, desembarcó de los acorazados Blanco Encalada, Cochrane y O’Higgins, en Antofagasta y tomó posesión del puerto.
De forma escueta, pero clara, lo explicó Emilio Sotomayor, comandante de las tropas chilenas, en una carta dirigida al prefecto de Bolivia, Severino Zapata, quien se encontraba a cargo de la plaza junto a 70 hombres: “Señor Prefecto: Considerando el Gobierno de Chile, roto por parte de Bolivia el Tratado de 1874, me ordena tomar posesión con las fuerzas de mi mando del territorio comprendido en el grado 23. A fin de evitar todo accidente desgraciado espero que usted tomará todas las medidas necesarias para que nuestra posesión sea pacífica, contando usted con todas las garantías necesarias como asimismo sus connacionales. Dios guarde a usted”.
Respecto a los acontecimientos vividos aquel 14 de febrero, cuando el Ejército ocupó en un día Antofagasta, Mejillones y Caracoles, sin mayor resistencia y respetando los derechos de soldados, policías y civiles bolivianos que es encontraban en estas localidades, la postura chilena es clara y se encuentra respaldada en tratados y en documentos oficiales tanto chilenos como bolivianos.
Bolivia rompió el tratado de límites de 1874, en el cual Chile aceptaba el límite del paralelo 24º, como demandaba Bolivia, a cambio de varias condiciones que respetaran las millonarias inversiones chilenas y extranjeras en la zona. Concretamente, se fijaba que La Paz debía mantener los impuestos congelados por 25 años. ¿Y qué hizo Bolivia? Subió los impuestos y, además, embargó y fijó remate de la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta (CSFA), firma chilena que tenía una participación de capitales ingleses del 30%.
Ante la alevosa violación al Tratado de 1874, La Moneda reaccionó y ocupó Antofagasta el mismo día en que las autoridades bolivianas rematarían la CSFA.
El decreto del 11 de enero de 1879 del prefecto Zapata ordena la acción contra la firma chilena: «En nombre de la ley. El ciudadano Severino Zapata, prefecto y superintendente de hacienda y minas del Departamento, ordena y manda: Que el deligenciero de hacienda apremie y conduzca a la cárcel a Jorge Hicks, gerente y representante de la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, deudor al fisco por la cantidad de noventa mil ochocientos cuarenta y ocho bolivianos, y trece centavos. Así mismo trabará embargo de los bienes de dicha Compañía, suficiente a cubrir la cantidad adeudada, depositando, en persona abonada y fiable por derecho, pues que así se tiene mandado por decreto fecha 6 de los corrientes. Requiere a todos los depositarios de la fuerza pública, presten los auxilios necesarios para la ejecución de este mandamiento. Antofagasta, Enero 11 de 1879”.
La versión boliviana
En el portal Bolivia.com un artículo de la Guerra del Pacífico se describe la situación de “amenaza” constante que vivía el territorio marítimo boliviano: “Abandonada del poder político, disminuida bélicamente y acosada por las ambiciones expansionistas de Chile se encontraba el Litoral boliviano el 14 de febrero de 1879”.
En la misma publicación se señala que los chilenos poseía un “desenfrenado interés de sacar ventaja de sus vecinos”. El sitio asegura que los defensores de Antofagasta era 34 gendarmes, aunque la mayoría de las publicaciones los cifra en 70: “El 14 de febrero de 1879, Bolivia contaba con 34 gendarmes. Chile trasladó a esa costa 200 soldados en navíos blindados”.
Para el diario boliviano Página Siete, la acción militar responde íntegramente a la “ambición chilena”. Según artículo de 2015, el diario asegura que “esta acción chilena era la invasión desesperada, el 14 de febrero de 1879, fruto de una ambición por controlar el guano y el salitre para mantener intereses del capitalismo inglés”.
Ante el argumento de la violación del Tratado de 1874, el historiador y documentalista Pablo Michel asegura en el diario La Razón del 14 de febrero de 2016, que “el tema del impuesto a la exportación de salitre era un pretexto. Los 10 centavos fue lo que ellos utilizaron como excusa”.
En la publicación gubernamental se justifica la violación de este tratado de la siguiente forma: “En 1877 un terremoto seguido de maremoto (estimado en 8,8 grados en la escala de Richter en mediciones posteriores) arrasó la costa boliviana devastando ese territorio. Por si esto fuera poco, en 1878 una terrible sequía asoló importantes sectores del territorio boliviano. Como consecuencia de estos desastres naturales, el Gobierno de Bolivia solicitó a la empresa anglo-chilena Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta el pago de 10 centavos por cada quintal de salitre exportado, a fin de generar recursos ante las catástrofes naturales que habían afectado a la región”.
Sobre la llegada de las tropas chilenas a Antofagasta, el Libro del Mar dice: “Sin recurrir al mecanismo de arbitraje previamente acordado, Chile invadió militarmente el puerto boliviano de Antofagasta el 14 de febrero de 1879, sin previa declaratoria de guerra. Bolivia fue arrastrada a una conflagración que no buscó ni deseó, razón por la cual tuvo que defender su soberanía y, en aplicación del Tratado de Alianza Defensiva suscrito con el Perú en 1873, intentó detener, junto a su aliado, el avance de las tropas chilenas que llegaron a ocupar todo el Litoral boliviano, las provincias peruanas de Tarapacá, Tacna y Arica, e incluso la capital peruana, Lima”.