El mundo aumentó en 2017 sus emisiones de gas con efecto invernadero, tras tres años de cierta estabilidad, lo que vuelve a inyectar urgencia en las negociaciones del clima (COP23) que retoman este lunes en la ciudad alemana de Bonn.
Las emisiones de CO2 ligadas a la industria y la combustión de energías fósiles deberían aumentar un 2% este año respecto a 2016 (entre 0,8% y 2,9%) y alcanzar un récord de 36.800 millones de toneladas, después de mantenerse prácticamente estables entre 2014 y 2016, subrayó el Global Carbon Project en su 12º balance anual, realizado por científicos de todo el mundo.
«Eso muestra que hay que actuar con más resolución. Hay que olvidar cualquier autocomplacencia», explicaron los autores del estudio, publicado en las revistas Nature Climate Change, Environmental Research Letters y Earth System Science Data.
«Es una gran decepción», subraya una de las autoras, Corinne Le Quéré, de la universidad británica de East Anglia. «Con 41.000 millones de toneladas de CO2 emitidas estimadas para 2017 (añadiendo la deforestación), podría faltar tiempo para mantener la temperatura por debajo de los 2 ºC, y a fortiori, 1,5 ºC», objetivo fijado por el acuerdo de París, aprobado a finales de 2015, contra el cambio climático.
Para conseguirlo, «sería necesario que las emisiones alcancen su pico estos próximos años y disminuyan rápidamente a continuación», recordó.
China, responsable del 28% de las emisiones de gases con efecto invernadero y que permitió mejorar la situación en los últimos años reduciendo su utilización del carbón, está en gran medida detrás de la degradación de 2017, según los investigadores. La causa: un boom de la producción industrial y una producción hidroeléctrica menor por culpa de episodios de sequía.
También deberían bajar las emisiones en Estados Unidos, aunque más ligeramente (-0,4%, frente a -1,2% de media anual anteriormente). Será la primera vez en 5 años que el consumo de carbón aumente (+0,5%) a causa de la carestía del gas natural.
En India, las emisiones crecieron un poco menos (+2%) pero esto debería ser temporal, advierten los investigadores. En cuanto a la UE, sus emisiones están bajando más lentamente que en la década anterior (-0,2%).
Los diez principales emisores son, por orden, China, Estados Unidos, India, Rusia, Japón, Alemania, Irán, Arabia Saudita, Corea del Sur y Canadá (la UE, en conjunto, ocupa la 3ª posición).
Negociaciones se reanudan en Bonn
La comunidad internacional, reunida en la COP23 en Bonn hasta el viernes, intenta ponerse de acuerdo sobre cómo poner en marcha el pacto de París, firmado en 2015, principalmente para reforzar los compromisos nacionales.
En Bonn, las partes firmantes del histórico Acuerdo de París (excepto Estados Unidos, que lo abandonó) deben empezar a concretar el «reglamento» de ese complejo pacto, y también lanzar un «diálogo» de un año para preparar la revisión de los compromisos climáticos nacionales, presentados por cada país.
«Del lado negociador hay progresos» estimó la responsable clima de la ONU, la exministro mexicana Patricia Espinosa, antes de esta nueva ronda negociadora, que a partir del miércoles 15 será protagonizada por los ministros.
«Del lado acción hay señales positivas, pero también somos conscientes de que hay que llenar vacíos. Hay un margen para actuar, pero tenemos que hacerlo rápido».
Para darle el impulso necesario, el miércoles y jueves tienen prevista su asistencia la canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés Emmanuel Macron, y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, entre otros.
Tras el balde de agua fría que supuso para la comunidad internacional la decisión del presidente Donald Trump este año de sacar a su país del acuerdo, hay que acelerar el paso, cree Teresa Ribera, del Instituto de Relaciones Internacionales (Iddri).
«Hay que explicar cómo se transforman las cosas, decir por ejemplo ‘transformamos nuestro sistema eléctrico, nuevas formas de moverse en la ciudad’, etc. Hay muchas iniciativas locales, pero a los dirigentes no se les oye», explicó Ribera.
Del lado estadounidense se pretende demostrar que la Casa Blanca está comprometida con el clima, pero de forma diferente.
«Queremos asegurarnos que se hace todo lo posible para apoyar el despliegue de centrales de carbón ‘limpio’. Sino los chinos van a utilizar tecnologías no eficientes» explicó un responsable de la Casa Blanca en una conferencia telefónica con periodistas.
La COP23 se celebra en Bonn aunque está presidida este año por las Islas Fiyi, que no puede realizarla en su pequeño archipiélago, que es además uno de los principales afectados por el cambio climático.
El primer ministro fiyiano, Frank Bainimarama, respondió escuetamente: «todos conocemos los efectos del carbón (…). No vale la pena volver a hablar de ello».