Islandia tiene unos paisajes que dejan a los visitantes sin aliento, pero hay algo que llama la atención: la ausencia de bosques.
Muchos creen que el clima es demasiado frío y por eso no hay árboles. Sin embargo, hace siglos esta isla estaba llena de bosques.
Cuando los vikingos llegaron a Islandia, hace 1.100 años, entre el 25 y el 40% de la superficie de la isla estaba cubierta de bosques, según el Servicio Forestal Islandés.
Pero estos primeros habitantes talaron los árboles para obtener leña y material de construcción, y también pastos para sus ovejas y caballos.
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Desde hace años, Islandia lleva a cabo un plan de reforestación, pero aunque ha habido progresos, sus resultados están siendo más lentos de lo esperado.
«Es definitivamente una lucha», le dijo al New York Times Jon Asgeir Jonsson, un guarda forestal que trabaja para la privada Asociación Forestal Islandesa.
La reforestación del país se ha convertido en una preocupación nacional, pero a pesar de los esfuerzos -se plantaron más de tres millones de árboles en los últimos años- apenas el 1,4% de la superficie del país está considerada como bosque.
A principios del siglo XX era algo menos que del 1%.
La erosión del suelo
Islandia enfrenta un fuerte problema de desertificación, que podría hacer inviable la agricultura.
La desertificación fue definida por la ONU como «un proceso de degradación del suelo fértil en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas a causa de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas».
En el caso islandés, el problema no es la falta de lluvias.
Tras una serie de erupciones volcánicas, el suelo joven y poroso y la falta de árboles que sujetan el suelo, sumado a las abundantes precipitaciones y fuertes vientos, dieron lugar a una erosión generalizada del suelo.
Los esfuerzos para plantar árboles y frenar la desertificación se intensificaron a principios de este siglo, sobre todo con un aumento considerable de la financiación para estos planes.
Pero la crisis económica de 2008 provocó un recorte drástico, y la financiación se redujo a la mitad en 2013, con la consecuente reducción del número de plantaciones, según el Servicio Forestal Islandés.
Sin embargo, la lentitud en la regeneración de los bosques islandeses no tiene que ver con problemas económicos, ni con el clima, como dicen algunos.
«En Islandia, como en todos lados, el fracaso en la regeneración se debe al pastoreo de ganado«, apunta el Servicio Forestal Islandés.
«A nosotros nos encanta plantar álamos», le dijo al Times Jonsson, de la asociación forestal privada, «pero a las ovejas también le gustan los álamos».
«El objetivo ahora es llegar en los próximos 50 años a un 5% (del suelo reforestado)», agregó al diario Saemundur Thorvaldsson, un agente forestal del gobierno. «Pero a este ritmo, llevaría 150 años lograrlo«.