El campo de Ashti, en la ciudad iraquí de Erbil, celebraba este sábado el regreso de una niña secuestrada hace tres años por los yihadistas de “Estado Islámico” (EI), lo que provocó una profunda conmoción en la la comunidad cristiana a la que pertenece.
La alegría llenaba el barracón prefabricado que es ahora el hogar de la familia de Christina, de seis años.
Hace tres años, la familia Ezzo Obada tuvo que huir de la ciudad de Qaraqosh, a medio camino entre Erbil y Mosul, ante el rápido avance del grupo yihadista.
Estaban en un autobús con otros desplazados cuando unos combatientes yihadistas le arrebataron a su hija, en agosto de 2014.
Más de cinco meses después de ser raptada por el EI, Aida oyó decir a unos conocidos que su hija estaba con una familia de doce miembros en el barrio de Tenek, en el oeste de Mosul.
Las fuerzas iraquíes reconquistaron toda la parte oriental de Mosul a principios de año y, desde febrero combaten a los yihadistas en el oeste de la ciudad.
La familia con la que vivía Christina huyó de Mosul recientemente.
El jueves por la noche, Elías, el hermano mayor de la pequeña, recibió una llamada telefónica en la que le pedían que recogiera a su hermana en un determinado punto de la ciudad.
Esta familia le dijo que habían encontrado a la niña hace dos años, sola y llorando, delante de una mezquita.
«Ver a mi hija es un milagro», afirmó su madre, Aida, de 46 años. «Me quedé asombrada [al verla] porque ha cambiado mucho, no la reconocí».
La madre de Christina dijo que había recibido información sobre su hija de vez en cuando pero que nunca había conseguido hablar con ella directamente.
Más de 120.000 miembros de la minoría cristiana de Irak tuvieron que abandonar sus hogares después de que los yihadistas del grupo EI se apoderaran de extensas regiones de territorio en el norte de Irak, en 2014.