Ricardo Toro, el general que en 2010 perdió a su esposa en el terremoto de Haití y ahora dirige la Oficina Nacional de Emergencia, niega que se pueda prever «el gran terremoto de Chile», a pesar de que en los últimos tres años el país ha sufrido casi la mitad de los desastres ocurridos desde 1960.
«Chile es el país que más emergencias ha sufrido en los últimos años y el que menos víctimas ha tenido, y cuando hablo de víctimas sé el sufrimiento que significa perder a un ser querido», confiesa.
Toro Tassara asumió la dirección de la Onemi en diciembre de 2012 y lo primero que hizo fue robustecer el proceso que se había iniciado en 2010, tras el gran terremoto de magnitud 8,8 en la escala Richter que asoló el centro y sur del país y que el director califica como «un punto de inflexión».
«Tenemos un plan estratégico para fortalecer a la Onemi como organismo coordinador del sistema de protección civil y que funcione adecuadamente ante las emergencias», explica.
Ricardo Toro recibe a Efe en su despacho, situado en un extremo del moderno edificio de 6.000 metros cuadrados que desde 2015 alberga la sede central del organismo y que está dotado de la más avanzada tecnología para responder a las exigencias propias de un país sísmico como Chile.
Uno de los principales adelantos de la nueva Onemi son los llamados «visores de gestión de riesgo de desastres», que están repartidos en 40.000 puntos a lo largo de la geografía chilena y que «permiten recoger datos y tomar decisiones sin ni siquiera tomar contacto con la zona afectada».
En un país donde suceden terremotos, tsunamis, aluviones, gigantescos incendios y erupciones volcánicas se impone la necesidad de coordinar el flujo de recursos y armonizar la actuación de las instituciones que intervienen en caso de desastre.
«Excepto huracanes, Chile tiene todas las emergencias. Por eso hemos desarrollado diversas capacidades bajo un paraguas que es el Plan Nacional de Protección Civil, pero esto es algo indicativo que depende mucho de la voluntad de las personas para su desarrollo», señala el director de la Onemi.
«En gran medida esa voluntad existe -agrega-, pero indudablemente que por las amenazas que tenemos requerimos una institucionalidad que proporcione un marco normativo y establezca claramente cuáles son las obligaciones y responsabilidades de los organismos» que intervienen en caso de desastre.
Toro se muestra muy crítico con los vaticinios de quienes hablan de la ocurrencia inminente de un terremoto «terrible y destructivo» en el área de Santiago.
«Estos anuncios no son rigurosos y no aportan mucho a la situación que Chile puede enfrentar», afirma contundente el director de la Onemi.
Instituciones científicas de prestigio, como el Centro Sismológico Nacional, «han establecido que no hay posibilidad de determinar cuándo se va a producir un terremoto», recalca.
Lo más importante es que la población y las personas que visitan Chile sean conscientes de la condición sísmica del país. «En lugar de estar asustados, lo más importante es saber qué hacer. Eso es lo que da tranquilidad», enfatiza.
Con una de las leyes de construcción sísmica más antiguas del mundo (data de 1931 y fue mejorada en 1990 y en 2006), la forma de edificar en Chile «ha salvado muchas vidas», asegura el máximo responsable de protección civil.
Pero el terremoto ocurrido el 27 de febrero de 2010, que causó más de 500 muertos y está considerado el octavo más fuerte de cuantos se han registrado en la historia, pilló a Chile desprevenido.
«En aquel momento no teníamos un desarrollo como el de hoy. La diferencia de la Onemi de entonces y la de ahora son tres terremotos por encima de 8,0 grados de magnitud, cinco incendios de gran envergadura, tres evacuaciones por erupciones volcánicas y varios aluviones», señala.
«Hemos ido acumulando experiencia», asegura Ricardo Toro mientras desgrana las mejoras operativas y los avances en materia de comunicaciones, coordinación de los organismos técnicos, sistemas de alerta temprana «y -sobre todo- la presencia de la Onemi en las quince regiones del país».
Todo ello se ha traducido en una gran capacidad para monitorear las amenazas, recabar información de lo que está ocurriendo y movilizar los recursos necesarios. «Tenemos un sistema logístico de clase mundial», afirma con orgullo.
Toro sale al paso de los reproches por una supuesta reacción tardía de la Onemi en los aluviones ocurridos en pleno desierto en marzo de 2015 o los incendios que arrasaron cientos de miles de hectáreas en enero pasado.
«La crítica está bien, pero cuando se trata de emergencias, hay que tener en cuenta el contexto en que se estas se producen», puntualiza el director nacional al detallar minuciosamente la cadena de factores fatales que inusualmente concurrieron en ambos desastres.
«La Naturaleza, a veces, sobrepasa cualquier expectativa. Lo que sería un error importante es que nosotros no consideráramos que estos escenarios pueden volver a repetirse. Eso sí que sería grave», concluye.