Los estudiantes de la Casa de Bello escogieron a principios de noviembre a los nuevos integrantes de la mesa directiva de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech). Una de las responsables de dirigir la entidad durante 2017 es la feminista Bárbara Brito, quien también se convirtió en la primera trostkista en asumir un cargo en la histórica agrupación estudiantil.
La estudiante de Artes Plásticas integra Pan y Rosas, una organización política internacional de mujeres trostkistas e independinetes.
«Hay cansancio de los estudiantes de la Universidad de Chile con movimientos como los autonomistas y también con las Juventudes Comunistas. Esa mezcla hizo que muchos estudiantes apostaran por nosotros», explicó la estudiante.
Sobre el trotskismo, tendencia inspirada en el líder de la Revolución Rusa León Trotsky, ordenado a asesinar por Stalin en 1940, Brito considera que la Fech debe ser autónoma y no responder a las necesidades de los diversos gobiernos de turno.
La feminista de la mesa federativa de la Universidad de Chile también critica el concepto de «Milenials», que engloba a quienes nacieron entre los 80 y el 2000. «Se nos liga a una juventud supuestamente despolitizada, pero lo que caracteriza a la nueva juventud es un descontento importante en las instituciones del Estado. Eso se expresa en redes sociales y en las grandes movilizaciones que se han producido en Chile y a nivel internacional», argumenta.
La dirigenta afirma que en su labor procurará «seguir fortaleciendo la formación de mujeres que ya no nos situamos en un lugar de víctimas, porque no lo somos, sino como dirigentas políticas. Desde ese objetivo es que nosotras apostamos a seguir fortaleciendo una alternativa del feminismo socialista», señaló.
La estudiante de 26 años es fundadora de la Secretaría de Sexualidades y Género de la Fech, organización que impuso temáticas como el abuso y acoso sexual dentro de instituciones educativas y que este año ha logrado visibilizar el problema. Este contexto propició la destitución de docentes acusados de acoso sexual en la Casa de Bello, como Fernando Ramírez, o la bullada renuncia del historiador Leonardo León tras una campaña en redes sociales y de «funas» al interior de la universidad.
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