Una investigación sobre el efecto de los pantalones en la vida sexual de las ratas o unas prótesis para vivir como una cabra fueron algunas de las excentricidades premiadas en la Universidad de Harvard con un Ig Nobel, una parodia que sirve como antesala de los Nobel oficiales.
La revista de humor científico «Annals of Improbable Research» («Anales de la Investigación Improbable») otorga anualmente diez galardones que premian logros inusuales o triviales.
En esta edición, la 26, los premios fueron entregados anoche por auténticos Nobel como el químico Dudley Herschbach, el economista Eric Maskin, el bioquímico Rich Roberts y el físico Roy Glauber.
¿El premio? Un cheque de 10 billones de dólares zimbabuenses, una moneda fuera de circulación y con escaso valor por la hiperinflación que sufrió.
La investigación más aclamada, quizás, fue la del egipcio Ahmed Shafik, ya fallecido, que vistió a 75 ratas con pantaloncitos de distintos materiales (poliéster, algodón y lana) para estudiar el impacto que las telas tenían en su rutina sexual.
Shafik, premiado con el Ig Nobel a la Reproducción, concluyó que los pantaloncitos de poliéster perjudicaban el rendimiento sexual de estos animales, mientras que las ratas que usaban lana o algodón tenían una actividad carnal corriente.
En Sicología, los galardonados fueron un grupo de científicos de diferentes países que estudió la tendencia a mentir de las personas en relación a su edad tomando más de un millar de casos de muestra.
Los especialistas concluyeron que los adolescentes son los que más mienten, mientras que los adultos lo hacen dos veces al día, una tendencia que va a la baja a medida que se suman años. Aunque también concluyeron que los encuestados podían haberles mentido.
El premio más arriesgado fue el de Química, que decidieron otorgar a la automovilística Volkswagen «por resolver el problema del exceso de emisiones de polución de los automóviles», en alusión al software ilegal que manipuló los resultados de los controles técnicos de los vehículos y que generó un gran escándalo en 2015. Nadie de Volkswagen fue a recoger el premio.
Dos británicos, Thomas Thwaites y Charles Foster, compartieron el premio en Biología. El primero por vivir durante días como una cabra con prótesis fabricadas para ello en los Alpes suizos y el segundo por hacerlo con ciervos, nutrias o zorros.
El Ig de la Paz lo ganaron un grupo de filósofos de Canadá y Estados Unidos por una investigación sobre cómo reciben las personas las frases inspiradoras, a las que llamaron «mierdas pseudoprofundas», que abundan en las redes sociales o en las oficinas.
El premio de Medicina lo ganaron unos alemanes que descubrieron que si a una persona le pica un brazo pero no se lo puede rascar, el picor se alivia al rascarse el brazo contrario delante de un espejo.
El de Física lo ganó un grupo internacional de especialistas, entre los que se encuentra el español Ramón Hegedüs, por descubrir que los tábanos se sienten menos atraídos por los caballos blancos que por el resto, y elaborar una teoría sobre la atracción de las libélulas por las lápidas negras.
Dos japoneses se hicieron con el Ig a la Percepción por una investigación en la que comprobaron qué diferentes se ven las cosas cuando uno se agacha y las observa, boca abajo, por entre las piernas.
El Ig de Economía lo ganaron unos neozelandeses que estudiaron la personalidad de las piedras desde una perspectiva de «marca» y un sueco se hizo con el de Literatura por una autobiografía sobre los placeres de coleccionar moscas muertas y vivas.
Los Ig Nobel son una parodia de los Premios Nobel que cada año buscan «honrar logros que primero hacen a la gente reír, y luego pensar».
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