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Columna de Beatriz Sánchez: El deber de cuestionar

¿Cuánto podemos disentir? ¿Cuánto cuestionamos lo establecido? ¿Está bien plantearse algo distinto?

A propósito de los cambios propuestos por este gobierno, a propósito del llamado a No + AFP del movimiento que hoy remece al país, a propósito de la gratuidad universal en la educación; he escuchado decenas de veces las frases «hay que ser realistas», «hay que aterrizar lo que se propone», «cuidado con los populismos», «no se debe gobernar siguiendo lo que dice la calle».  Son frases que nos recuerdan -más bien- nos advierten, hasta donde se puede llegar. Son frases que nos hacen presente que hay ciertos paradigmas que no se pueden poner en jaque. Son frases que nos recuerdan que siempre hay «un costo».

Yo me pregunto: ¿no se puede desafiar lo establecido? ¿No podemos intentar mirar desde otro ángulo lo que se hace? ¿No deberíamos cuestionar las «verdades» de lo que se nos presenta?

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¿Cuánto nos cuestionamos por ejemplo que una empresa farmacéutica, por el hecho de tener medicamentos de primera generación, pueda cobrar el precio que quiera por ellos? Nos explican que debe reponerse de los gastos millonarios que conlleva hacer investigación. ¿Pero esa explicación nos puede o nos debe dejar tranquilos? ¿Estamos impedidos de cuestionar que así sea?

¿Saben que el municipio de Vitacura tiene un presupuesto veinte veces mayor que varias comunas de la misma Región Metropolitana? ¿Cuánto nos cuestionamos esa diferencia abismal? ¿Es lógico porque se trata de la comuna donde vive la gente más rica del país? ¿No es tema?

¿Quién se atreve a cuestionar la «importancia» del crecimiento de la economía del país para la elaboración de nuestras políticas públicas? ¿Quién se atreve a cuestionar que la discusión del salario mínimo sea puramente económica, cuando es una discusión social? ¿Por qué como periodistas aceptamos cuando desde el sector económico ante cualquier crisis nos dicen «hay que cuidar el empleo» y no lo denunciamos como la amenaza que es?

Con preocupación veo que estamos presos de nuestros propios paradigmas. Que de tanto escuchar que ciertas cosas «son así», dejamos de cuestionarlas.  

Vuelvo a la misma pregunta inicial: ¿cuánto disentimos? ¿Cuánto cuestionamos? ¿Cuánto estamos dispuestos a soñar?

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

 

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