Con una máscara del presidente ruso, Vladímir Putin, como único arma, el ruso Román Roslovtsev ha desafiado repetidamente al Kremlin al manifestarse en solitario en la Plaza Roja contra una ley que limita la libertad de expresión con penas de cárcel.
«Nuestro país está dirigido por un dictador, pero él tiene cierta educación jurídica. Debería entender que ese artículo es absurdo y anticonstitucional», dijo a Efe Roslovtsev, un contable moscovita de 36 años.
Se refiere al artículo del código penal 212.1 que tipifica como causa penal la suma de cuatro faltas administrativas cometidas en un plazo de 180 días y que él y otros opositores consideran «un disparate».
«En ningún país del mundo existe una ley similar, ya que estipula dos castigos por un mismo delito. Es absolutamente absurdo», subrayó.
Como pudo comprobar Efe, Roslovtsev fue detenido de nuevo hoy, viernes, por undécima vez en los últimos cuatro meses nada más pisar el empedrado de la Plaza Roja ataviado con la máscara de goma ante la curiosidad de turistas.
Como es habitual, el opositor, al que ya estaba esperando la policía, llevaba un cartel y una camiseta que rezaba: «No temo el 212.1».
Roslovtsev, que salió en libertad hace sólo una semana tras cumplir 20 días de arresto administrativo y podría ser condenado a entre uno y cinco años de cárcel por reincidencia, cree que el éxito de su acción es precisamente la máscara que adquiere por internet.
«Es decir, si me condenan a varios años de cárcel, el castigo parecerá absurdo, ya que una persona será encerrada exclusivamente porque paseaba con una máscara de Putin, con una camiseta y una pancarta», asegura.
El activista fue detenido por vez primera a finales de febrero pasado y no piensa cejar en su empeño, más aún cuando está convencido de que las elecciones legislativas de septiembre serán «antidemocráticas».
«Cuando llego al centro de la ciudad y me pongo la máscara de Putin esto atrae a la gente y no causa rechazo, ya que, a pesar de todo, lamentablemente, nuestro presidente es muy popular», apunta.
Cree que, a diferencia de otras formas de protesta, «la gente ve una persona que no está en contra del presidente, sino en contra el artículo».
«Y entonces se preguntan: ¿cómo el presidente permitió la adopción de un artículo anticonstitucional. Yo les hago pensar», comentó.
Cree que la próxima vez le condenarán a 30 días de arresto administrativo y en un futuro acabarán por enviarle a prisión por reincidente.
«Mi objetivo es que revoquen el artículo o, si eso no es posible, que me condenen para demostrar el sinsentido de ese artículo. No tengo ni mujer ni hijos, así que no tengo nada que perder y puedo arriesgarme», subrayó.
Durante su encierro recibió la visita de un agente del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB): «Me dijo que el artículo no será revocado y que a mí me encarcelarán si no ceso mis acciones de protesta».
A Roslovtsev, quien dice no tener miedo a la cárcel pese a que las «horribles» condiciones sanitarias donde estuvo confinado, ya le han salido imitadores, aunque por el momento admite que «son pocos».
«La gente tiene miedo. No creo que vayan hasta el final. Les entiendo. Tienen familias», admite y recuerda que una persona, Ildar Dadin, ya fue condenado en diciembre pasado a tres años de cárcel en virtud de ese artículo.
Cree que «si 200 o 300 personas salieran a la calle y fueran detenidos por protestar contra el 212.1 con la máscara de Putin», entonces la resonancia internacional del caso sería mucho mayor».
«Sería la primera gran victoria de la oposición rusa. Este artículo es la última frontera. Impide totalmente a la oposición expresar su opinión», opina.
Le inspiró a protestar contra el artículo del código penal la revolución en Ucrania, que Putin tachó de golpe de Estado orquestado por Occidente.
«Lo que pasó en el Maidán es sagrado. La gente luchó por sus derechos civiles. Lamentablemente, creo que esto no es posible en Rusia. Sólo si la situación económica empeora la gente corriente saldrá a protestar», dijo.
Pese a los históricos niveles de popularidad de Putin, cree que «el mayor temor de las autoridades rusas son las protestas antigubernamentales».
«Este artículo y otras leyes represoras están dirigidas a aplastar cualquier protesta. El presidente teme perder el poder y se aferra a él contra todas sus fuerzas», apunta.
Para el Kremlin, añade, «cualquier movimiento político no controlado por el poder está financiado por Occidente. Por alguna razón, lo único que quiere Occidente es echarlo de su trono».
«Cada vez que me detienen las máscaras de Putin son destruidas», explica Roslovtsev, quien parece empeñado en acabar con sus huesos en la cárcel para poner en evidencia al presidente ruso.
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