Tras pasar casi un año en el espacio, el astronauta estadounidense Scott Kelly está ansioso por volver a disfrutar placeres simples como un poco de contacto humano, una ducha o un baño en una piscina.
Kelly y su colega ruso Mijail Kornienko volverán a la Tierra a bordo de un Soyuz la semana próxima, ingresando a la atmósfera a una velocidad de 28.000 Km por hora, para aterrizar en Kazajistán el 2 de marzo.
En una conversación con periodistas esta semana, mientras flotaba, micrófono en mano, dentro de la Estación Espacial Internacional (ISS), el veterano astronauta contó que tiene sentimientos mixtos sobre el hecho volver a casa.
«Será difícil dejar esta increíble instalación, porque probablemente nunca vuelva a verla otra vez», dijo Kelly, que a sus 52 años ha viajado cuatro veces al espacio.
«Pero ciertamente estoy deseoso de volver a Tierra», añadió desde la estación que órbita a unos 400 Km de la Tierra. «Hay muchas cosas estupendas allá abajo que extraño».
Nativo de Nueva Jersey y expiloto de la Marina, Kelly es padre de dos hijos y hermano gemelo del también astronauta Mark Kelly.
No dijo específicamente a quién extraña más, pero no ve la hora de reunirse con los suyos.
«Me parece que la parte más difícil es estar aislado en un sentido físico de la gente en la Tierra que es importante para ti», dijo, enumerando las prioridades: «contacto humano, las personas que amas, la familia, los amigos».
También está deseando darse una ducha, después de pasar un año limpiándose con pañuelos.
Pero cuando regrese, tiene que ir al Centro Espacial Johnson, en Houston, para realizarse un montón de exámenes médicos.
«Y luego iré a casa y me lanzaré a la piscina».
– Daño físico –
Kelly dijo que se ha hecho a la idea de que habrá perdido densidad ósea tras pasar un año en microgravedad y que ha notado algunos cambios en su visión, similares a los que experimentó la última vez que estuvo en el espacio, durante 159 días.
Él y su hermano gemelo son parte de una serie de pruebas que está realizando la Nasa para estudiar los efectos a largo plazo, físicos y psicológicos, de los vuelos espaciales. Éstas incluyen tomografías computadas, resonancias magnéticas y medidas en la densidad ósea y la musculación, los vasos sanguíneos y el corazón.
Los científicos también quieren comparar los cambios genéticos que produce la radiación en ambos astronautas.
Scott Kelly describió los efectos a largo plazo de la radiación, como «la mayor incertidumbre». «De todas mis preocupaciones, esa es la mayor», añadió.
Los médicos no están seguros de si pasar tanto tiempo en el espacio puede a la larga producir cáncer.
«Siempre será difícil saberlo», dijo Barry Rosenstein, profesor de oncología de radiación en la escuela de medicina Icahn de la clínica Mount Sinai en Nueva York.
Rosenstein describió la cantidad de radiación que Kelly ha recibido como «relativamente baja» y, si desarrolla cáncer en unos años, será difícil saber con exactitud cuál fue el origen, puesto que no hay pruebas moleculares que puedan identificar si un cáncer fue ocasionado por la radiación o por alguna otra razón.
La Nasa ha dicho que la misión de Kelly y Kornienko ayudará a la agencia espacial estadounidense a hacer viajes más largos, incluso hasta Marte, durante los cuales la carga radioactiva sería mucho mayor.
Durante su tiempo en el espacio, dio vida a un jardín de zinnias, cultivó la primera lechuga espacial, sacó vívidas fotos de la Tierra y flotó con un traje de gorila para estimular el interés de los niños por el espacio.
PUB/IAM