A Gustavo Poyet le preocupan bastante las fechas, como dejó claro en una de sus tantas pachotadas a los periodistas en las conferencias de prensa. Por eso, seguramente sabe que el bochornoso 0-3 a manos de Palestino fue exactamente seis meses después de ser oficializado como entrenador de Universidad Católica, el 28 de febrero.
El día en que asumió, el club le dio la bienvenida a un director técnico con “una carrera llena de experiencia en el fútbol europeo”, con pasos por Inglaterra, Grecia, España, China y Francia. “Yo me preocupo de lo mío, que sé que funciona, porque funcionó en cinco países diferentes del mundo”, se defendió el uruguayo tras el 1-2 en el “Clásico Universitario”, con sus aires de superioridad.
Esa misma soberbia que hizo evidente en su debut, en la Supercopa. “Me sorprendió que acá reclaman por todas las jugadas”, lanzó luego del 3-2 sobre Colo Colo, para posteriormente protestarlo todo en cada partido, con su descontrolado hijo como escudero.
En apenas un semestre, el “charrúa” hizo tri-zas el sueño del tetra-campeonato. Agarró un equipo consolidado, con una base de experimentados titulares y otra de jóvenes peleando por un puesto, y deja un cuadro sin una idea de juego, con rendimientos individuales por el suelo.
Esos mismos futbolistas que sí entendieron a tres DTs muy diferentes, Beñat San José, Gustavo Quinteros y Ariel Holan, no lo comprendieron. Chile le quedó grande a su “estilo europeo”.
Siete derrotas en 18 encuentros, todas fuera de San Carlos de Apoquindo, son el resumen de su estadía en nuestro país. Gustavo Poyet fue una visita non grata.