Para entender el sistema solar, hay que imaginarlo como un gran vecindario en el espacio. Ahí el Sol, una enorme estrella brillante, mantiene todo en orden con su fuerza de gravedad, mientras que a su alrededor giran ocho planetas, cada uno distinto del otro en su composición y apariencia. Los cuatro más cercanos al Sol, es decir Mercurio, Venus, Tierra y Marte, son planetas rocosos. Luego Júpiter y Saturno son gigantes gaseosos enormes y principalmente hechos de gases como hidrógeno y helio, y por último Urano y Neptuno, mucho más fríos y distantes, están hechos de hielo y gases.
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Pero, ¿qué pasaría si existiese un noveno mundo escondido de la vista de los telescopios? Hablamos del Planeta Nueve, un hipotético miembro del sistema solar que ha capturado la imaginación de la comunidad científica durante años, y que sigue siendo un misterio sin resolver.
¿Existe un noveno planeta oculto en el sistema solar?
A pesar de los avances tecnológicos y las numerosas expediciones astronómicas, la verdad es que este cuerpo celeste es sólo una hipótesis, puesto que jamás ha logrado ser descubierto, intrigando aún más a los expertos que aseguran su presencia en los confines del espacio.
Pero volvamos un poco más atrás. La teoría del Planeta Nueve se basa en observaciones del cinturón de Kuiper, donde varios objetos exhiben anomalías orbitales que sugieren la presencia de un gran y desconocido planeta. ¿Por qué aún creer en esta teoría? Pues porque este fenómeno recuerda al descubrimiento de Neptuno, identificado en el siglo XIX gracias a perturbaciones similares en la órbita de Urano.
No obstante, a pesar de estas pistas, los científicos aún no han logrado nada cercano a una observación directa del Planeta Nueve. Mike Brown, un astrónomo de Caltech y defensor de la hipótesis del Planeta Nueve, explicó a Live Science que el principal obstáculo para su detección es su distancia extrema del Sol. A tal lejanía, la luz solar reflejada por el planeta es demasiado tenue para detectarla con los telescopios y la tecnología disponible actualmente.
Otro punto de tope son los objetos brillantes en movimiento que aloja el espacio, como cometas o estrellas, que confunden las observaciones. Así, Brown compara la tarea con “encontrar una sola ballena blanca en un océano”, destacando la dificultad de distinguir el Planeta Nueve entre ‘un montón de basura’ cósmica.
Hasta la fecha, los astrónomos se han esforzado por analizar miles de imágenes tomadas a lo largo de la trayectoria orbital propuesta para el Planeta Nueve, pero aún sin hallar alguna evidencia concreta de su existencia. Aún así, la búsqueda continuará por un buen tiempo, con investigadores decididos a entender esta pieza que le falta al puzzle de nuestro sistema solar.