La icónica hazaña realizada por el Citroën DS es difícil de repetir, que presentándose al mismo tiempo que sus rivales, instantáneamente los hizo parecer 20 años más antiguos.
Corría octubre del año 1955, cuando Citroën se presenta en el salón de París con un totalmente nuevo modelo que conseguía unir en un solo auto un diseño revolucionario (obra de Flaminio Bertoni), una calidad de terminación excelente, una comodidad inimaginable hasta ese momento y una combinación de soluciones tecnológicas que sentarían las bases para el futuro de la industria del automóvil completa.
Más de un millón de asistentes pudieron verlo durante su presencia en el salón, mientras que Citroën sacaba cuentas alegres con los más de 700 pedidos realizados durante los primeros 15 minutos, que llegaron a 12.000 durante su primer día. Todos querían lo último de lo último… Todos querían conducir a La Diosa.
Las entregas comienzan con una serie de inconvenientes que son rápidamente solucionados por la marca, y es que este auto era tan innovador, que era prácticamente imposible que fuera totalmente perfecto en su funcionamiento. Si bien Citroën ya era conocida mundialmente por su espíritu revolucionario y ya había incursionado en pruebas con la hidráulica en algunos Traccion Avant de años previos (Ese modelo ya era revolucionario por ser el primer modelo de producción en tener tracción delantera), no fue hasta el DS que la aplicación de sistemas hidráulicos alcanzó su máximo desempeño, cuando a partir de una bomba, el auto podía asistir el frenado, la dirección y por supuesto la suspensión.
Además de ser el primer auto de producción en serie en incorporar frenos de disco en el eje delantero, algo que hasta la fecha sólo se había reservado a autos de competición, su sistema hidráulico aplicaba fuerza extra producto de un pedal de freno que había sido reemplazado por una bola que realizaba la misma función, pero con la que se requería un periodo de acostumbramiento para poder dosificar correctamente el inmenso poder de frenado del DS. Un detalle curioso es que era común que a los DS los chocaran en su parte trasera, ya que ese poder de frenado era superior al de cualquier otro auto de calle, por lo que si un DS frenaba brusco frente a ti, no había posibilidad de evitar el accidente.
La dirección era otro de sus puntos altos, ya que el desconocido sistema de asistencia hidráulica endurecía la dirección en función de la velocidad, siendo especialmente liviana en maniobras de estacionamiento, pero bastante más firme a altas velocidades… Algo común hoy en día, pero impensado hace 68 años.
Sin embargo, la mayor innovación del DS estaba en su suspensión. Unas bolas de poliuretano junto a unos depósitos auxiliares mezclaban aceite y nitrógeno, el primero no se podía comprimir, mientras que el segundo sí, por lo que al inyectar más aceite era capaz de mantener la carrocería en una altura constante respecto al suelo, independiente de la carga con la que circulara el vehículo, absorbiendo las imperfecciones de una forma realmente superlativa, mientras que además podía ajustarse en diferentes alturas para adaptarse a todo tipo de terrenos, incluyendo una altura de descanso en el suelo o una altura para circular a muy bajas velocidades con un despeje muy elevado. Incluso podía andar en 3 ruedas gracias a la nivelación automática de la altura de la suspensión.
El DS fue una obra de arte sobre ruedas que como todo auto, esconde curiosidades detrás de su puesta en marcha, como su remate trasero rediseñado apenas unos meses antes de su presentación, el aplique cromado en la base del techo que fluye hacia las trompetas que contenían los intermitentes traseros, la utilización de materiales como vinilo y nylon en diferentes revestimientos internos o las ruedas traseras carenadas que requerían quitar el guardabarro para poder cambiar la rueda en caso de pinchazo.
El DS se enfrentó a su gran rediseño el año 1968, donde Robert Opron consiguió renovar de manera espectacular las líneas atemporales del DS original, consiguiendo agregar dos faros de largo alcance extras al tiempo en que todos estos proyectores quedaban integrados dentro de la carrocería. Junto con el rediseño, el DS presentaba una nueva tecnología, que conectando los faros con el sistema de dirección, conseguía apuntar las luces altas en la misma dirección que el volante, mejorando la velocidad de paso por curva en un 25%, ya que los focos iluminaban hacia donde el auto iba a ir.
Tan futurista resultó su diseño, que el DS sirvió como base para el taxi volador de Volver al Futuro 2, siendo proyectado como un diseño normal del utópico 2015, a pesar de haber sido grabada en 1989, con esta carrocería dibujada en los años 50.
La Diosa sirvió como base para el SM, el deportivo más espectacular de los años 70, que llegó a tener el record del auto con tracción delantera más rápido del mundo gracias a su motor Maserati, firma propiedad de Citroën por aquella época.
El DS se deslizó ininterrumpidamente por las rutas que salían de su fábrica hasta 1975, donde fue reemplazado por otro icónico de la marca, el CX. Pero ese modelo ya amerita una nota aparte.
Pocos autos tienen el honor de haber redefinido lo que se conocía sobre la industria, y al igual que el Ford T o el Volkswagen Escarabajo, La Diosa definitivamente fue uno de esos autos.
Lo dijo la revista Motor de Reino Unido después de realizar una prueba de manejo: “El automóvil más sofisticado jamás fabricado en Europa, el automóvil más confortable jamás fabricado en el mundo”