Constanza Capelli se convirtió en finalista de Gran Hermano gracias a una gran fanaticada que la ha votado cada semana para que siga en competencia. Bien lo sabe su madre, Paola Capelli, quien ha recibido el cariño de la gente, pero también harto odio de quienes no aprueban a su hija.
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Así lo reveló ella misma en una reciente entrevista, donde asegura que algunos le han dicho que fue una mala madre, que su hija es una drogadicta o que debería internarla.
“Creo que, cuando uno vive algo tan fuerte y doloroso como ver a una persona que amas casi perderse por el consumo problemático, hay una serie de cosas que quedan en segundo plano”, partió comentando revista Paula.
“Cuando Constanza y yo hablamos sobre su adicción, rápidamente incorporé lo que estábamos viviendo, no hubo tiempo para la negación: mi hija iba a comenzar un proceso de recuperación difícil y personal, entonces no quedaban espacios para pensar en lo que iban a decir los demás”, contó la mamá de Cony.
“Hay un castigo social hacia las personas adictas. Y todo lo que vivimos como madre e hija no es parte de un programa de televisión, sino que es la realidad”, agregó, según consigna Página 7.
“Es algo que nos pertenece”
“Los comentarios en redes sociales, cosas de las que yo no me hago cargo, usan el ‘tu hija es una drogadicta’ para denigrar y herir, y me parece que eso habla de una frustración y un nivel de ira encapsulado tremendo”, reflexionó Paola Capelli en la entrevista.
“Es algo que nos pertenece y, aunque a mucha gente le choque esto, a mí me hace sentir orgullosa y siempre lo voy a decir, porque mi hija, así como tomó la decisión de consumir, también tomó la decisión de sanar”, explicó.
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“Cuando una persona consume, generalmente lo hace por una carencia, pero estas son enfermedades sociales, donde no solo hay una reflexión que debe venir desde los padres o tutores, sino que también hay una responsabilidad del entorno: de los amigos, de las parejas, de las familias, de las instituciones. Son muchos los factores”, expresó.
“Yo tampoco la determiné por sus decisiones. Eso es parte de su pasado, yo no tengo una ‘hija adicta’, tengo una hija con un sinfín de dimensiones y eso no lo perdí de vista: es una talentosa bailarina, una mujer con mucho sentido del humor, alegre, inquieta, curiosa y cariñosa”, comentó la psicóloga.
“A mis 50 años, la maternidad es una escuela que no termina. Mi tarea hoy en día es acompañarla, pero dándole una distancia de amor y respeto para que ella escriba su futuro”, finalizó.