El Vaticano confirmó este lunes el fallecimiento de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, a los 88 años. Su partida marca el fin de una era en la Iglesia Católica y da inicio a un antiguo y solemne proceso de sucesión conocido como Sede Vacante, un protocolo que establece los pasos que deben seguir hasta la elección del nuevo líder espiritual de más de mil millones de católicos en todo el mundo.
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Este procedimiento está definido en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada en 1996 por Juan Pablo II y posteriormente modificada por Benedicto XVI y el mismo Francisco. La normativa establece con precisión las etapas del período de luto y del proceso electoral que culmina con el nombramiento de un nuevo Papa.
Período de luto y homenajes
Con el inicio de la Sede Vacante, la Santa Sede decreta un período de luto oficial de nueve días, conocido como Novemdiales.
Durante este tiempo, se celebrarán misas y ceremonias fúnebres en honor al pontífice fallecido. El cuerpo de Francisco será expuesto en la Basílica de San Pedro, donde los fieles podrán acudir a despedirse y rendirle homenaje.
El Cónclave
Entre el décimo y el decimoquinto día tras la muerte del Papa, se convocará el Cónclave. En esta ceremonia privada y altamente reglamentada, los cardenales menores de 80 años —actualmente alrededor de 120— se reunirán en la Capilla Sixtina para elegir al próximo pontífice.
Durante el Cónclave, se realizan hasta cuatro votaciones por día: dos por la mañana y dos por la tarde. Para ser elegido, un cardenal debe obtener al menos dos tercios de los votos.
Después de cada ronda la papeletas son quemadas: si el humo que sale por la chimenea de la Capilla Sixtina es negro, significa que no hubo acuerdo; si es blanco, es señal de que ya hay un nuevo Papa.
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Habemus Papam: la presentación del nuevo pontífice
Una vez que un cardenal alcanza la mayoría requerida, se le pregunta si acepta la elección y qué nombre desea adoptar. Luego, cambia su vestimenta por los ropajes papales, símbolo del inicio de su pontificado.
El momento culminante llega cuando el Cardenal Protodiácono aparece en el balcón central de la Basílica de San Pedro y pronuncia la tradicional frase en latín: “Habemus Papam”. En este caso, el religioso que tendrá esta labor, será nada menos que el cardenal francés Dominique Mamberti. El nuevo Papa se presenta entonces ante el mundo, marcando el comienzo de una nueva etapa para la Iglesia Católica.
La expectativa es alta en el Vaticano y en todo el mundo. La elección del sucesor de Francisco definirá el rumbo de la Iglesia en los próximos años, en un contexto de profundos desafíos sociales, culturales y espirituales.
