El artista que detonó la risa de los argentinos durante más de medio siglo esta vez les hizo derramar lágrimas de pesar por su fallecimiento, confirmado este martes por su hermano Carlos como desenlace de una extensa enfermedad que le mantuvo varias veces internado en el sanatorio Otamendi a causa de una falla multisistémica y un avanzado deterioro cognitivo.
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Antonio Gasalla fue considerado en su país “el rey de la comedia”, con una trayectoria que despegó en los años 60 junto a Carlos Perciavalle en el género del café-concert y que, más tarde, proyectó exitosamente en la televisión. También destacó en el cine, donde intervino en películas trascendentes como fuera “La Tregua”, una versión de Sergio Renán en 1974 para la icónica novela de Mario Benedetti.
Sin embargo, su clave para impactar la sensibilidad de los argentinos fueron algunos personajes que a través de la risa reflejaban situaciones incluso dramática de la sociedad en su país. Entre ellos estuvo, por cierto, la Mamá Cora de la película “Esperando la Carroza” (1985), aquella anciana deslenguada y sin filtros que se se convirtió en un ícono cultural, con frases que aún resuenan en la memoria colectiva.
“El humor de Gasalla siempre dejaba algo para pensar, tenía un significado, a menudo reflejando las cosas que pasan en una familia común. Sus libretos eran agudos, muy mordaces “, recordó ayer en el canal América la animadora Susana Giménez, con quien compartió diálogos y presentaciones por más de diez años en el show de la diva.
Su amigo, el periodista de espectáculos Marcelo Polino, lo definió como un “monstruo de la comedia”. Tras su última visita al comediante que ya sufría de Alzheimer, lo describió con tristeza y admiración: “Antes conversábamos y siempre nos reíamos por horas. Verlo así, sin reconocerme, es muy duro”, confesó.

“Averigué en qué año me voy a morir”
Carlos Alberto Gasalla había nacido en Ramos Mejía, el 9 de marzo de 1941. Estudió en el Conservatorio, que impulsó su carrera: “Empezamos a hacer en clave de humor las escenas que hacíamos en serio durante las clases de arte escénico y de teatro en verso: la escena del balcón de Romeo y Julieta o La gaviota de Chéjov”, recordó.
Sobre su vida, Gasalla relataba que “soy de una generación donde los padres mandaban demasiado: tenías que estudiar y, si los adultos hablaban, te decían: ‘Andá a jugar’. Hoy un nene te agarra un teléfono y llama a larga distancia. Éramos mucho más tontos en aquella época. Yo nací el 41, con todo lo que eso implicaba. Empezaba el peronismo, y como mi hermano tenía asma, quien tenía que ir a buscar el pan dulce al correo era yo. Jugábamos a las escondidas de noche, podías subir una pared y pasarte a la casa de al lado. Éramos como estúpidos pero con energía. Estabas gobernado por toda la familia: el padre, la madre, las tías, los abuelos”, contaba.
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En una entrevista de Clarín fue consultado si le temía a la muerte: “No, hasta averigüé en qué año me voy a morir”, afirmó, sustentado en su interés por los astros. “Tengo un vínculo grande con la astrología desde hace mucho. Empecé a estudiar y si hay algo que no cambia, es el trayecto de los planetas. Me vinculé con astrólogos en distintos lugares”. Y aseguró que “cuando estás al borde del río y ves que el río se va, es porque se va la luna. Un embarazo tiene 9 lunas, los humores del cuerpo son líquidos y están manejados por la luna”, detalló entonces.
Desde esta tarde, el Teatro Maipo vio desfilar a miles de argentinos que lloraron y aplaudieron a Gasalla, el comediante entrañable que los puso frente al espejo de su realidad...