El pasado 30 de julio de 2024 la organización Templo de Satán: Satanistas y Luciferinos de Chile, presentaron ante el Ministerio de Justicia el acta constitutiva para obtener el reconocimiento legal como asociación religiosa.
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En la ocasión, la directiva señaló ese era “un día histórico, pues al solicitar nuestro registro, seríamos el primer templo, al menos en América Latina, en estar formalmente constituidos”. Algo que sin embargo no ocurrió, ya que el Gobierno decidió no aceptar su legalización por ser contrarias al orden público y las leyes.
En su resolución el Ministerio de Justicia señala que “se objeta el registro de la entidad “Iglesia Templo de Satán: Satanistas y Luciferinos de Chile” por cuanto su objeto y actividades a desarrollar contraría en orden público (…), en particular, por no existir correspondencia de los fines, doctrina y actuaciones declarados en su estatuto, con el ordenamiento jurídico vigente”.
De igual forma, “se advierte que, junto con proclamar la legitimidad de la autotutela, no descarta la existencia de algún “sacrificio humano” -sea o no simbólicamente- pues lo que se busca es la destrucción de quien, a juicio de quien adscribe a tales ideas, merece ser destruido”.
La resolución argumenta que “lo anterior, no puede ser aceptado como mecanismo de solución de ningún conflicto, ni puede ser validado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos ningún grupo que promueva ideas tendientes a causar daño a otro, propiciando con ellos eventuales condiciones para la realización de conductas que pudieren revestir carácter de delito de aquellos sancionados por el Código Penal”.
Una mujer desnuda como altar
En el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos detallaron que “en los antecedentes revisados se describen tres tipos de rituales sexual”, de compasión, destrucción o maldición; lo que no puede ser legitimado, “a riesgo de propiciar condiciones favorables a la comisión de delitos”.
Otro de los puntos que fue rechazado en la resolución es lo relativo al uso de “una mujer desnuda como altar de un ritual satánico, y considerando el compromiso irrestricto del Estado de Chile con los derechos humanos y particularmente con la erradicación de cualquier forma de violencia contra la mujer, no puede menos que tomar las medidas de prevención evitando propiciar situaciones y conductas que puedan poner en riesgo a las mujeres con ocasión de la participación en dichos rituales”.