Hay total preocupación por parte de las autoridades debido a las marejadas que han afectado a casi toda la costa nacional desde hace ya varias semanas y que ha dejado tristes postales, como la de Concón. Claro, porque la playa La Boca prácticamente desapareció.
El alcalde de Concón, Freddy Ramírez, señaló que el fenómeno actual evidencia problemas de larga data asociados a intervenciones humanas. “Se permitió rellenar la playa, y hoy el mar recupera sus espacios naturales. Los conconinos antiguos recordamos una playa mucho más extensa (...) Estas infraestructuras no están regularizadas, lo que agrava la situación, porque el municipio debe asumir consecuencias de decisiones privadas”, dijo.
“El 86% de playas entre Arica y Chiloé presentan erosión costera”
La directora del Observatorio de la Costa y geógrafa de la UC, Carolina Martínez ha mencionado que “los sedimentos no llegan a playas debido a la falta de arena que se genera debido a múltiples causas, entre ellas la excesiva urbanización que afecta a las cuencas hidrográficas y construcciones sobre las playas mismas”.
Según detalló, las arenas de las playas provienen de ecosistemas como ríos y quebradas locales, que también se ven obstruidas por el exceso construcciones: “Si juntamos las marejadas con las tasas de crecimiento urbano en la costa, estamos poniendo más trabas para que las playas se puedan recuperar”, señaló.
Esta es la razón por la cual el 86% de playas entre Arica y Chiloé presentan erosión costera, con retrocesos que llegan a superar los 5 metros anuales. En el caso específico de Caleta Portales, las cifras indican que en 2023 la tasa de retroceso de la playa alcanzaba -0,09 m/año, mientras que en 2024 siguió aumentando: en verano registró una tasa de retroceso de -1,77 m/año, mientras que esta misma cifra en invierno de este año se elevó a -4,5 m/año.
Según la publicación “Hacia una Ley de Costas en Chile: bases para una gestión integrada de áreas costeras”, en el caso de los impactos de las marejadas en la costa además de la altura de las olas, es relevante el “período y la dirección del oleaje, el nivel del mar condicionado por la marea astronómica y meteorológica, el tipo de costa y la infraestructura presente en ella”.
Respecto de la prevención de los impactos, la publicación recomienda que debe ser abordada “con acciones individuales y colectivas que apunten a reducir la exposición y vulnerabilidad ante marejadas, a través de una revisión del modo en que usamos nuestras costas y construimos nuestras infraestructuras”.
Carolina Martínez ha precisado en distintas entrevistas, que estas han sido las marejadas más intensas registradas desde 2015, año a partir del cual las marejadas comenzaron a ser más intensas y persistentes, llegando hoy a presentarse como promedio 45 marejadas al año.