Para muchos es atractiva. Otros la rechazan. Y no son pocos los que sienten temor ante ella. Se trata de la Inteligencia Artificial (IA), un concepto que parece nuevo pero que surgió a mediados del siglo anterior.
Este conjunto de tecnologías que permiten que las computadoras realicen una variedad de funciones avanzadas -como ver, comprender, traducir lenguaje hablado y escrito, analizar datos, hacer recomendaciones y mucho más- es la base de la innovación en la computación moderna.
Para entenderla con más detalle, se puede afirmar incluso que es una disciplina y un conjunto de capacidades cognoscitivas e intelectuales expresadas por sistemas informáticos o combinaciones de algoritmos, cuyo propósito es la creación de máquinas que imiten la inteligencia humana para realizar tareas, y que pueden mejorar conforme recopilen información.
Se hizo presente poco después de la Segunda Guerra Mundial con el desarrollo de la “Prueba de Alan Turing”, una herramienta de evaluación de la capacidad de una máquina para exhibir un comportamiento inteligente similar al de un ser humano o indistinguible de este.
Y la denominación fue acuñada en 1956 por el informático John McCarthy en la Conferencia de Dartmouth, efectuada durante ocho semanas en la universidad Dartmouth College, ubicada en Hanover (Nuevo Hampshire, Estados Unidos), considerado como el evento germen de la IA.
Un hecho que muestra su inmediatez es que desde hace pocos días la IA está disponible en Chile en WhatsApp, Instagram, Facebook y Messenger (productos de Meta, la empresa de Mark Zuckerberg), lo que permite efectuar consultas, generar contenido visual y obtener respuestas en tiempo real.
VARIEDAD DE LA IA
El guionista y escritor chileno Julio Rojas -creador de “Caso 63″, el podcast de ciencia ficción lanzado en noviembre de 2020 que se convirtió en fenómeno mundial- es un estudioso de la IA, que incluso ocupa en sus labores. Y tiene muy claro cómo analizarla.
“Lo primero que hay que precisar es que no existe un solo tipo de IA, sino que hay muchos. Y la verdad es que la IA, como todo avance a lo largo de la historia, en sí no es peligrosa, sino que el uso que se le da puede dar es peligroso”, señaló Julio Rojas.
Y precisó que “quizás el uso más peligroso es el de las que sirven para simular la realidad, como las de carácter generativo. Un ejemplo. Nuestra sociedad está acostumbrada a que toda la información veraz y verídica le llegue a través de pantallas, pero si empieza a generarse un contenido artificial excesivo, en un momento la credibilidad de cualquier cosa se pone en duda, y eso es muy complicado porque puede hacer sucumbir confianzas completas”.
Según el autor de la novela “El final del metaverso” –en la que aborda temáticas de IA y realidad virtual en un futuro cercano distópico-, “dentro de un par de años es altísima la posibilidad de que un nieto llame a su abuelo por Zoom y que le pida dinero. Pero en realidad el contacto lo hará un clon digital, y salvo que entre ambas personas exista un código validador humano, nadie se daría cuenta del engaño… El uso de la IA con fines de fraude, para alterar o para hacer fakenews es cercano”.
UN TSUNAMI TECNOLÓGICO
El creador de “Caso 63″ sostuvo que “la IA es un tsunami imparable, y la única aproximación que tenemos es cuando llegó Internet… Las empresas, las organizaciones y las personas que no asumen esta tecnología se van a ahogar. El que no sepa usar la IA se quedará fuera del juego, pues empieza a resolver cosas que en este momento son útiles”.
Pero advirtió que “cuando es combinada con el salto que viene desde 2025, que es la posibilidad de que robots humanoides tengan IA, se empezará a poner complicado el asunto, pues un robot podrá reemplazar a un humano”.
El especialista -quien estudió Odontología y trabajó como dentista antes de saltar al mundo de la escritura- puntualizó que “eso que parece ciencia ficción existirá desde el año próximo, cuando Tesla, Samsung, Huawei y otras grandes empresas de tecnología empiecen a comercializar robots, los que en un plazo de cinco años serán domiciliarios”.
Y recordó que “el futurólogo estadounidense Raymond Kurzweil (quien desde 2012 es director de ingeniería en Google) dice que una IA podría alcanzar autonomía, decisiones propias y una superinteligencia en 2030. O sea, mañana”.
Pero a manera de guía, Julio Rojas explicó que “quien sabe hacer las preguntas correctas a la IA tiene el poder, y el que consulte de forma errada recibe una contestación tonta… Esta tecnología es una caja que contiene todo el conocimiento humano, y en base a cómo sea abordada por la gente habrá una división gigante en la humanidad entre los que sepan manejarla y los que no”
BENEFICIOS Y REGULACIÓN
Julio Rojas resaltó el hecho de que “la IA ayudará mucho en Medicina, al punto de que aparecerán impresionantes posibilidades de longevidad”.
Pero insistió en que “por primera vez una herramienta tecnológica tan poderosa ha venido de la empresa privada, no como todos los avances previos, que surgían de la academia y de los gobiernos. Por eso es muy difícil regular a la IA, dado que cualquier joven en un garaje puede tomar sus posibilidades y hacer lo que quiera”.
Y añadió que “estamos en un momento clave, pues la regulamos o bien se nos viene encima y no tendremos control sobre ella. Y no estamos hablando de algo remoto, ya que para 2030 la IA será más inteligente que nosotros”.
DATOS PARA CONSIDERAR
Un reciente estudio de la consultora Ipsos señaló que la IA genera nerviosismo en el 51% de los chilenos y que a un 46% les emociona. Pero el 60% señaló que los productos y servicios que la utilizan tienen más ventajas que inconvenientes.
En esa encuesta, el 65% de los connacionales dijo además que posee una buena comprensión de lo que es la IA, y el 43% indicó que cree que las empresas que la utilizan protegen nuestros datos personales. Y frente a la posibilidad que la IA reemplace su trabajo actual, el 38% de los consultados cree que esa podría ser una realidad concreta en los próximos cinco años.
Además, un 36% en Chile piensa que la IA mejorará la cantidad de desinformación en internet, frente al 28% que opina lo opuesto. Y el 32% de los chilenos piensa que la IA ayudará a mejorar la economía del país, frente a un 24% que dice será peor y un 36% que cree que se mantendrá igual.
En una nota más optimista, los encuestados nacionales sí ven que la IA tendrá una gran trascendencia en las opciones de entretenimiento: 63% piensa que serán mejores, mientras que sólo el 13% sostiene lo opuesto.
Otro aspecto que sí mejoraría gracias a este tipo de tecnología es el tiempo que demoran distintas tareas: un 62% lo ve como un aporte a futuro.
Y donde también la IA traería aspectos positivos es en la salud: el 45% de los chilenos cree que ayudará, y sólo el 12% sostiene lo contrario.
Una muestra del interés local en el tema la entrega el Informe de Habilidades Globales 2024, publicado por la plataforma de aprendizaje en línea Coursera, que posiciona a nuestro país como el segundo más capacitado en IA en América Latina y el Caribe, pues en un 700% ha aumentado la inscripción de chilenos en cursos de esta materia, y las materias preferidas son las centradas en adquirir una mezcla de habilidades digitales y humanas clave, incluyendo Adaptabilidad, Negociación, Creatividad, Cultura y Lenguajes de Programación.
Finalmente, un estudio de ManpowerGroup mostró que el 55% de las empresas que han implementado la IA tenía pensado incrementar su plantilla de funcionarios, lo que derriba la idea de que esta tecnología hace peligrar el empleo humano.
“El talento siempre va a ser el centro de las compañías, y la tecnología será la herramienta para llevarlas al siguiente nivel. Por ende, el talento humano es fundamental para estos propósitos”, explicó Jorge Gamero, gerente general de ManpowerGroup Chile.