Christian Campos, decano de la Facultad de Ciencias de la Rehabilitación de la Universidad Andrés Bello, máxima autoridad de la Facultad de Ciencias de la Rehabilitación y también investigador del Instituto de Ciencias del Ejercicio de la casa de estudios es enfático: “El ejercicio es el mejor medicamento y el más barato. Y la evidencia científica lo avala”.
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Un equipo de investigación de la Universidad de Queensland, Australia, ha logrado identificar los procesos cerebrales implicados en cómo el ejercicio puede mitigar o prevenir el deterioro cognitivo.
Los alcances del estudio
Según el estudio, la actividad física afecta directamente a las microglías, células del sistema nervioso central que no solo forman parte del sistema inmunológico cerebral, sino que también apoyan las funciones cognitivas y están vinculadas al proceso de envejecimiento.
“La propuesta que hace el estudio es que a través del ejercicio voy a ayudar a detener o modular el deterioro cognitivo a medida que aumente la edad a través de la neurogénesis, donde se generan nuevas neuronas y, además, nuevas sinapsis y nuevas comunicaciones entre ellas”, explica el Doctor en Actividad Física y Salud.
El deporte en los colegios
En el Instituto de Ciencias del Ejercicio y la Rehabilitación, Christian Campos colabora como coinvestigador en un proyecto liderado por la doctora Falonn Contreras, el cual acaba de concluir y está próximo a publicar sus resultados. El estudio evaluó los niveles del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés) en dos grupos de niñas de tercer grado básico: uno que participó en clases de gimnasia rítmica por primera vez durante tres meses, y otro que no participó en dicha actividad.
El BDNF opera como un marcador cerebral. Es una proteína neuronal esencial para procesos de plasticidad neuronal que favorece la conexión entre neuronas.
“Esta proteína hace que la zona del hipocampo y algunas áreas cerebrales mejoren con el ejercicio físico. No se optimiza solo la memoria, sino también las funciones ejecutivas, que están en el espectro de la cognición. Nos damos cuenta de que los niños que hace tienen mejor función ejecutiva tienen mejor rendimiento académico”, señala.
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Utilizando análisis bioquímicos aplicados a muestras de saliva de las participantes, el equipo de investigación evaluó la función cognitiva al inicio y al final del estudio. Los resultados preliminares indicaron una mejora significativa en los niveles de BDNF en las niñas que participaron en la actividad deportiva en comparación con aquellas que no lo hicieron.
Según Campos, una de las conclusiones principales es que el ejercicio físico cognitivo, es decir, un programa de ejercicio que incluya componentes que estimulen funciones cognitivas, no debe considerarse como una actividad secundaria en comparación con el aprendizaje académico en el aula, sino como su componente principal.
El académico afirma que este tipo de ejercicio no solo beneficia las ciencias, las matemáticas y el lenguaje, sino que también debería ser parte integral del día escolar, con al menos 60 minutos dedicados a él.
Aplicando la teoría
Para validar esta teoría, se realizará una experiencia piloto en la Región de Atacama, liderada por la UNAB junto con la Seremi de Educación de Atacama y con el respaldo de la Universidad de Atacama. Esta iniciativa cuenta con el apoyo de la Universidad de La Frontera y otras instituciones internacionales, todas ellas miembros de la Red Internacional de Actividad Física, Salud Mental y Cognición.
“La Región de Atacama tiene al menos dos años de desfase en la lectoescritura y las matemáticas en los niños de primero básico. Lo que queremos hacer a través de ejercicios físicos cognitivos es potenciar ciertas áreas del cerebro, como el hipocampo o las funciones ejecutivas y eso va a estimular a que el niño tenga mayores capacidades para aprender”, sostiene.
“Cuando uno hace ejercicio, el cerebro tiene mayor irrigación, lleva más sangre, por lo tanto, oxigena mejor la estructura y es como un músculo. Si yo lo entreno, el cerebro va creciendo y va desarrollando mayor capacidad sináptica y eso, a la larga, produce los beneficios que estamos viendo, porque antes no se tenía tan claro”, finaliza el decano.