Todos lo hemos hecho: alabar a los niños con elogios pensando que “será lo mejor” para su autoestima. Sin embargo, expertos han advertido que pueden provocar más daños a largo plazo, al menos si se hace con demasiada frecuencia y de forma exagerada.
Las investigaciones han demostrado que elogiar a los niños tiene efectos positivos, pero depende del tipo de palabras que estemos utilizando.
Y es que elevar el autoestima de los pequeños no se trata sólo de decirles que todo lo que hacen es fantástico. Sin embargo, muchos padres caen en la tendencia de educar a sus hijos con declaraciones falsas o exageradas. Por ejemplo, en lugar de decir: “¡Qué dibujo tan creativo! Realmente trabajaste duro en eso”, suelen decir: “¡Qué artista tan maravilloso eres! ¡Tienes tanto talento! Eres el mejor artista que he visto en mi vida”. Esto suele hacerse inocentemente en un esfuerzo por hacer que los niños se sientan bien consigo mismos pero puede evitarles aprender a lidiar con las críticas.
El problema de elogiar demasiado a los niños
De acuerdo con expertos de la Universidad de Stanford, los niños que reciben demasiados elogios tienen menos probabilidades de correr riesgos, son muy sensibles al fracaso y es más probable que se rindan cuando se enfrentan a un desafío.
Los niños que reciben demasiados elogios están condicionados a buscar la aprobación de otras personas. Cuando utilizamos los elogios para expresar a los niños que estamos orgullosos de ellos por algo que hicieron, no tienen la oportunidad de formarse sus propias opiniones sobre sus elecciones y logros. En cambio, buscan que otros les definan qué logros son aceptables e inaceptables.
Según la educadora de padres, Vicki Hoefle, los elogios enseñan a los niños a buscar constantemente comentarios de los demás sobre cómo están haciendo las cosas. Estos suelen preguntar constantemente: “¿Hice un buen trabajo?” “¿Te gusta?” “¿Estás orgulloso de mí?” “¿Lo hice bien?”.
Esta dependencia de la retroalimentación positiva puede hacer que los niños valoren demasiado lo que otras personas piensan de ellos. Aprenden a tomar decisiones basándose en cómo creen que los demás les responderán.
La especialista Lisa Firestone, Directora de Investigación y Educación de la Asociación Glendon, advierte que para estos niños que reciben demasiados elogios, la vida será una decepción. “Cuando satisfacemos todos los deseos de un niño y lo tratamos como a la realeza, no reflejamos el mundo real al que entrarán cuando sean adultos”, expresa.
¿Qué puedes hacer en lugar de elogiar a los niños por sus habilidades?
Nadie nos enseña a ser padres y no hay ningún manual de instrucciones a seguir. Si bien cada quien sabrá lo que es mejor para sus hijos, expertos sugieren que en lugar de elogiar a los niños en exceso por sus habilidades, los alienten haciendo observaciones y reconociendo sus esfuerzos. Por ejemplo, “trabajaste muy duro preparándote para tu examen” o “tu esfuerzo y trabajo duro dieron sus frutos” en lugar de “eres el mejor de la clase, el más increíble”.
Cuando animamos a los niños, aumenta su autoestima y confianza en sí mismos. Aprenden que con trabajo duro y esfuerzo pueden lograr cualquier cosa. Pueden recuperarse de los reveses porque están dispuestos a aprender de sus errores y probar diferentes soluciones. Los niños que reciben estímulo están dispuestos a correr riesgos. Creen en sí mismos y no tienen miedo de fracasar.