Giorgio Jackson es blanco favorito de la oposición por estos días, porque de acuerdo a ellos suma muchos casos que hacen necesario que salga del gabinete. Si es protagonista o circunstancial afectado queda en las voces de la clase política local y de los analistas (ver entrevistas abajo). ¿Son tantas?
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El exdirigente estudiantil fue nombrado en el inicio del actual gobierno como ministro secretario general de la Presidencia, es decir, el nexo político con sus antiguos colegas, los parlamentarios.
En ese cargo tuvo problemas. De entrada se peleó con el PS por ponerle suma urgencia a un proyecto de indulto para los detenidos por el Estallido Social sin conseguir primero los votos ni avisar siquiera a los jefes de comités oficialistas, mientras que la caída del proyecto alternativo propuesto por el Ejecutivo para el retiro de fondos de pensiones se interpreta como otro fracaso de su gestión, en la que arrastró al Presidente Boric.
Hubo quiebre también dentro del propio Frente Amplio cuando 10 de sus diputados decidieron no apoyar una prórroga del estado de excepción en la Macrozona Sur y para el proyecto de Infraestructura Crítica del Ministerio del interior, cuando no pudo alinear al PC, a Comunes ni a… RD.
Sin embargo, nada lo ha marcado tanto como la frase “nuestra escala de valores y principios en torno a la política no solo dista del gobierno anterior, sino que frente a una generación que nos antecedió, que podía estar identificada con el mismo rango de espectro político, como la centro izquierda y la izquierda”. Eso quebró su relación con Socialismo Democrático.
Sin piso se quedó, ahora de parte del Presidente Boric, cuando Jackson aseguró que el programa de Gobierno dependía de que ganara el Apruebo, lo que encima dio paso a que el Ejecutivo fuera acusado de intervencionismo electoral cuando se reveló una minuta salida del Ministerio. Tras ese 4 de septiembre, el ministro Segpres debió dejar su cargo.
Estando en Desarrollo Social se votó en el Congreso una Acusación Constitucional en su contra, que no prosperó, por “abuso de autoridad y de poder”, que en realidad buscaba probar que interfería en las decisiones del Presidente.
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El Caso Convenios, en tanto, partió exclusivamente radicado en el seno del partido que él creó: Revolución Democrática, aunque como él ha señalado, hasta ahora lo único que lo lía con los regentes de la fundación y el exseremi de Antofagasta, con el exseremi del Maule, con una subsecretaria y una suspendida diputada es sólo coincidir como miembros de un conglomerado político.
Encima sufrió el confuso incidente del robo de los computadores la semana pasada, donde, primero, se le cuestionó que se enterara demasiado tarde, y, después, de haber dicho que “estos hechos parecen ser constitutivo de una señal política”. Un rato después de que los adelantara, estos juicios fueron descartados por el Gobierno.
Rafael Pizarro: Analista político, director de Administración Pública de la UTEM.
¿Qué balance hace de la labor de Giorgio Jackson en los ministerios que ha encabezado? Él llegó como un ícono fundamental para el conglomerado, pero cae en un primer gabinete con muchos errores y la falta de liderazgo de Izkia Siches. Él también cometió errores, como vincular el éxito del gobierno con el proceso constituyente o las declaraciones de la altura moral superior, que generaron un molestia en conglomerados tradicionales. Jackson no era el más indicado para llevar Segpres, no podría evaluarlo de manera positiva. El Presidente acierta en ponerlo en Desarrollo Social, un ministerio más sectorial, donde Jackson ha sido eficaz. Sobre su responsabilidad en el tema de las fundaciones, hay un problema conceptual en Chile, los partidos políticos son instituciones que trascienden a las personas. El problema lo tiene RD y ese partido es más que Jackson.
¿Hay una persecución política en su contra? Desde el inicio del Gobierno se sabe que uno de los herederos de Gabriel Boric era Giorgio Jackson y en esa relación se acentuó y se personalizó demasiado la crítica de política a personal, sin importar dónde esté o lo que haga, me da a entender de que existe una fijación excesiva por la figura de Jackson, y el límite con lo que puede ser la violencia política es muy débil. Por ejemplo, los antecedentes del robo de computadores no apunta a Jackson, es un hecho policial y si llegara a tener una arista política, lo pondría como víctima.
¿Debe dejar Jackson el Gabinete? Hay un clima de crispación muy grande y otros cambios de gabinete más grandes que el que sería este, como el de Izkia Siches, no significó aplacar o generar un clima de mayor entendimiento, por lo que la salida de Jackson no viene a recobrar un espíritu más republicano. Sería infocioso.
Jorge Ramírez, cientista político, investigador Programa Político de Libertad y Desarrollo.
¿Qué balance hace de la labor de Giorgio Jackson en los ministerios que ha encabezado? Malo. En Segpres, fue autor de la tesis de que el programa de Gobierno estaba condicionado al éxito de la opción Apruebo, de ahí que prácticamente el primer semestre de la administración Boric no hubo movimiento legislativo con el Gobierno en modo campaña. Adicionalmente, la actitud un tanto soberbia del ministro le provocó serios problemas con parlamentarios, transversalmente, aparte de la frase de la “superioridad moral” frenteamplista. En Desarrollo Social cultiva un perfil más de segundo plano, aunque nuevamente sin mayores logros ni avances. Estando ahí es que estalla el escándalo de Democracia Viva y el resto de la historia, ya la conocemos.
¿Hay una persecución política en su contra? En ningún caso. Si acaso ésta existiera, las críticas vendrían sólo desde el flanco opositor, pero acá hay severos cuestionamientos que emanan desde Socialismo Democrático, parte de la coalición. Por otro lado, una de las funciones primordiales de toda oposición es fiscalizar los actos de gobierno, cuando le exige a Jackson que rinda cuentas, no es por capricho, es lo que debe hacer.
¿Debe dejar Jackson el Gabinete? Debiera salir. Se ha transformado en un dolor de cabeza permanente para el Presidente Boric. Es resistido no sólo dentro de la oposición, sino que también por algunos liderazgos oficialistas como el senador socialista Fidel Espinoza. Ha sido poco prudente en su accionar, tiene un estilo muy confrontacional y nunca ha logrado cumplir el rol de todo buen ministro: descomprimir las crisis para que no lleguen al Presidente de la República. La crisis de Democracia Viva está en el corazón de La Moneda y Jackson ha contribuido a aquello.