Una realidad que debe llamar a la reflexión es la que entrega la Superintendencia de Educación.
Con la vuelta en 2022 a la presencialidad de los escolares luego de dos años de encierro en sus casas por culpa de la pandemia de coronavirus, las denuncias por maltrato físico y psicológico entre estudiantes entre el 1 de enero y el 30 de junio fueron 2.199, con lo que esa cifra creció un 44,4% con respecto al promedio del mismo periodo 2018-2019.
Ese aumento refleja un panorama que fue caótico principalmente en marzo y en en abril pasados, cuando fueron conocidos varios casos de agresiones que han ido disminuyendo, aunque no por ello desaparecieron.
La académica del Magíster en Psicología Educacional de la Universidad Mayor, Carolina Moreno, explicó que “la pandemia influyó al respecto, pues no se tuvo relación con pares durante dos años para aprender a regular las conductas y convivir, algo que no se da solo en la casa o en la teoría, sino que hay que experimentar con otros”.
“En ese periodo de dos años, los niños y jóvenes han visto satisfechas sus necesidades por parte de los adultos con rapidez al estar en la casa. Y al volver al colegio y tener que postergarlas se produce frustración, lo que lleva a la salida fácil de la violencia por no contar con herramientas para lidiar con la situación”, añadió la profesional.
Desde el ámbito de la sociología, el académico Francisco Fuentes, de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, señaló en un reciente seminario llamado “Violencia escolar: posibles comprensiones y abordajes desde la ciencia y el espíritu” que la violencia ha estado siempre presente en la vida del hombre, quien de alguna manera la controla.
El docente agregó que “con el “Estallido Social” además se legitimó que la forma de obtener algo era por medio del uso de la violencia. Y la pandemia nos llevó a dos años de encierro, incertidumbre, aislación social y contención de las emociones. Por eso hay un montón de emociones no trabajadas y un uso de la razón no desarrollado, que hacen necesaria la educación emocional. Y en ese proceso no solo debiesen participar los niños y los jóvenes, sino que también todos quienes estén relacionados con ellos”.
MÁS EXPLICACIONES
La Defensora de la Niñez, Patricia Muñoz, ha enfatizado en que la violencia entre escolares se enmarca en “dificultades de salud mental que vienen de mucho antes, pero que dos hitos (el “Estallido Social” y la pandemia) han profundizado y agudizado en el caso de los niños, las niñas y los adolescentes, así como a sus entornos familiares y sociales”.
“El escenario en el que estamos es muy grave, porque no puede ser que los papás estén teniendo miedo de enviar a los niños al colegio porque esos recintos están siendo expuestos a situaciones de vulneración o incluso a condiciones peores de las que podrían enfrentar en términos generales“, complementó la Defensora de la Niñez.
Y la directora de la carrera de Psicopedagogía de la Universidad Andrés Bello sede Viña del Mar, María Isabel Marín Gamé, indicó que “el sentido común me dice que la violencia entre los estudiantes puede ser una respuesta al miedo, al dolor, al estrés o a la indiferencia. Creo que la pandemia ha provocado todas estas experiencias. Y quienes tengan menos redes de apoyo o sean especialmente vulnerables, se ven más afectados”.
Por su parte, el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, admitió hace un tiempo que fue un error tener cerradas las escuelas durante dos años.
“La falta de socialización en ese periodo fue muy grave y afectó. La vuelta a clases en marzo fue de manera abrupta, sin una gradualidad que permitiera, por ejemplo, haber detectado situaciones que iban a ocurrir debido a que los escolares desaprendieron habilidades sociales. Y a ello se agregaron los problemas de salud mental y la cuestión de la infraestructura. El Gobierno anterior debió ser capaz de anticiparse y visualizar cómo iban a estar los colegios”, precisó el secretario de Estado.
Un camino por el que se busca subsanar el problema de la violencia entre escolares fue planteado a mediados de mayo, cuando el Ministerio de Educación lanzó un programa para atender el asunto en las sesenta comunas que presentaban más episodios de agresiones.
La propuesta contempla un presupuesto de 1,7 millones de dólares destinados a fortalecer el programa de salud mental, crear un plan nacional de tutorías, fomentar una estrategia de lectura y escritura, e inyectar dinero para reparar la infraestructura de colegios públicos en riesgo de suspensión total o parcial por inconvenientes que abarcan desde fallas eléctricas hasta malas condiciones de seguridad.
LA VOZ DEL MAGISTERIO
El Presidente del Colegio de Profesores, Carlos Díaz, reconoció que “la cantidad de hechos de violencia entre escolares ha disminuido, pero esas situaciones no han desaparecido por completo”.
“El retorno a la presencialidad en las aulas ha estado marcado por altos niveles de violencia y el Mineduc debe plantear un plan concreto para trabajar todo lo que tiene que ver con la convivencia en los colegios”.
El sindicalista dijo que “el retorno no consideró un trabajo previo, pues en muchos lugares parece que no hay pandemia y se pasó a vivir en normalidad de un día a otro”.
Carlos Díaz declaró que “hay una comisión de trabajo en la que estamos incorporados, pero su labor ha sido muy lenta. El Mineduc generó algunas directrices que consideramos insuficientes. No está el plan pedido a la autoridad. Proponemos focalizar ayuda material y humana en los colegios más afectados por esta grave situación”.
QUÉ SE DEBE HACER
La Superintendencia de Educación dice que frente a una situación de maltrato escolar, lo primero es informar o denunciar el hecho al establecimiento, para que sea activado el “Protocolo de Actuación” definido en su Reglamento Interno. Así, son adoptadas medidas preventivas y correctivas.
Y si el padre o apoderado no queda satisfecho, puede hacer una denuncia ante la propia Superintendencia de Educación, que dará curso a la revisión de los antecedentes.
Ese trámite se hace en la página web www.supereduc.cl o de forma presencial e la oficina regional de atención del organismo.