La temperatura en Neptuno, el octavo planeta más lejos del Sol, ha variado inesperadamente en las últimas dos décadas, según revela una investigación del Jet Lab de la NASA y otras instituciones. Sin embargo, el motivo es un misterio.
Para el estudio, publicado esta semana en The Planetary Science Journal, se utilizaron observaciones en longitudes de onda del infrarrojo térmico más allá del espectro de luz visible. Gracias a eso se puede detectar el calor emitido por la atmósfera del planeta.
Los investigadores combinaron todas las imágenes infrarrojas térmicas de Neptuno recopiladas por distintos observatorios desde hace casi 20 años.
Analizaron los datos del VLT del Observatorio Europeo Austral y el telescopio Gemini Sur en Chile, el Subaru, el Keck y el Gemini Norte en Hawaii, además de espectros del Telescopio Espacial Spitzer de la NASA.
Luego de procesar la información, se dio a conocer una imagen más completa que nunca de las tendencias en las temperaturas del planeta.
Las variaciones extrañas de la temperatura en Neptuno
Según el estudio, las temperaturas promediadas en toda la estratósfera de Neptuno disminuyeron por 8 grados centígrados, al menos, entre 2003 y 2018. Por el contrario, en la estratósfera del polo sur del planeta se calentó 11 °C en entre 2018 y 2020.
El doctor Michael Roman, de la Universidad de Leicester, estuvo al frente de las investigaciones. “Este cambio fue inesperado”, explicó, de acuerdo con el comunicado emitido por la institución británica. “Dado que hemos estado observando a Neptuno desde el comienzo del verano austral, esperaríamos que las temperaturas se volvieran más cálidas, no más frías”.
Su compañero en el estudio, el doctor Glenn Orton, del Jet Lab de la NASA, apuntó: “Nuestros datos cubren menos de la mitad de una temporada del planeta, por lo que nadie esperaba ver cambios grandes y rápidos”.
Neptuno cuenta con estaciones, tal y como las tiene la Tierra, pero por su gran distancia del Sol, el planeta tarda más de 165 años en completar una órbita. Debido a esto, sus estaciones cambian lentamente, durando más de 40 años terrestres cada una.