“Vayamos más allá de las apariencias. Ese niño que reposa en el pesebre, es Dios. Adorémosle. Que sea esa nuestra celebración”. Con esas palabras el Arzobispo de Santiago, el cardenal Celestino Aós dio inicio a la tradicional Misa del Gallo, que se realizó en la catedral, cumpliendo con las medidas sanitarias.
Durante su homilía, el pastor invitó a la comunidad a vivir el verdadero sentido de la Navidad y a centrarse en Jesucristo. “Un Niño, eso es todo, un niño pobre en un pesebre. El centro, el protagonista es el Niño Santo, el Dios encarnado, el Mesías”, aseveró.
La dignidad del hombre se pone a prueba
Asimismo, afirmó que “la dignidad del hombre es puesta a prueba y atropellada cuando no se acoge al migrante, no se respeta el sacramento del matrimonio, no se paga el salario justo, se abusa de la naturaleza y se destruyen bienes que son y están al servicio de todos, cuando se elimina la vida en un aborto o se ostenta contra ella manejando irresponsablemente o no implementando y cumpliendo normas de seguridad en el trabajo o irresponsablemente se incumplen protocolos sanitarios (...) cuando no se ofrece a nuestros niños una capacitación intelectual y una educación en valores, y cuando no se les muestran modelos de rectitud y convivencia sanos, cuando no se respeta el derecho de las familias a elegir el tipo de educación que desean, o cuando se recorta o niega el derecho de la libertad de conciencia y de culto, etc”.
Luego, el cardenal dio un mensaje de esperanza: “Cuando ponemos a Jesucristo en el centro, todo se recompone. Y, entonces, con su gracia, salimos de la maldad y damos frutos buenos”. “Queremos ser una Iglesia adoradora, pobre, fraterna. Una Iglesia donde caminamos unos con otros, ayudándonos, enriqueciéndonos con nuestras opiniones, dispuestos a discernir a la luz del Espíritu Santo los sucesos que vivimos”, añadió.
“En estos días, vamos una y otra vez a Belén, y encontrémonos con Jesús, el Dios Niño. Él nos trae la salvación que ninguna otra persona ni ningún organismo nos puede dar. Él es nuestro Señor y Salvador: a ti Jesús la gloria y el honor”, concluyó en su homilía.