Durante Semana Santa, los mariscos ocupan un lugar central en las mesas chilenas. Sin embargo, su preparación comienza mucho antes de llegar a la cocina: todo parte por una adecuada conservación. Mantener la cadena de frío, asegurar condiciones higiénicas y saber cómo almacenarlos puede marcar la diferencia entre una experiencia culinaria memorable o un riesgo sanitario.
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“En esta época del año vemos un aumento considerable en la demanda de productos del mar, pero también en los errores de manipulación en casa. Conservar mariscos frescos no solo es una recomendación: es una necesidad si queremos disfrutar de su sabor y evitar intoxicaciones alimentarias”, comentó Natalia Mayas, nutricionista de UNK.
Cómo conservar los mariscos de forma correcta
La temperatura ideal para conservar mariscos frescos es entre 0 y 4 °C. Esta medida permite ralentizar el crecimiento de bacterias y mantener la textura, color y aroma del producto. Por eso, al llegar a casa, lo primero es almacenarlos correctamente, preferentemente en la parte más fría del refrigerador, o incluso en hielo.
Según Mayas, “el mayor enemigo del marisco fresco es la variación térmica. Se recomienda nunca dejarlos en la puerta del refrigerador, y si es posible dentro de un envase cerrado herméticamente en el lugar más frío del equipo”
Para quienes no planean cocinar los mariscos el mismo día de la compra, se recomienda congelarlos inmediatamente; lo que permite extender la vida útil de productos como camarones, pulpo y almejas, conservando su textura y propiedades nutricionales y además mantener su frescura.
La principal recomendación es consumir los mariscos frescos el mismo día de compra, no se aconseja consumirlos crudos bajo ningún punto de vista, sobre todo grupos de riesgo como niños, embarazadas y adultos mayores. Además recomendamos siempre comprar en lugares establecidos.