En muchas casas es una actividad común congelar los alimentos para otra ocasión, o dejar descongelando algunos productos la noche anterior para poder cocinarlos después, algo que hay que no siempre es saludable, ya que factores como la temperatura ambiental, el tipo de alimento y el tiempo de exposición determinan cuán seguro es para el consumo.
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Al respecto, Natalia Mayas, nutricionista de UNK, explica que “el tiempo que un alimento puede permanecer en temperatura ambiente sin comprometer su seguridad depende de varios factores. Productos como carnes, lácteos, pescados y mariscos son los más sensibles, mientras que productos secos o enlatados tienen mayor tolerancia”.
En ese contexto, la temperatura juega un papel clave, ya que “en ambientes cálidos, de 30°C o más, los alimentos perecibles pueden deteriorarse en menos de 2 horas. En temperaturas inferiores a 10°C, pueden resistir un poco más”, añadió la experta.
Si bien algunos productos pueden soportar breves periodos fuera de refrigeración, hay límites estrictos. “La regla general es 2 horas a temperatura ambiente y solo 1 hora si la temperatura supera los 32°C”, advierte Mayas. No respetar estos tiempos puede generar condiciones ideales para la proliferación de bacterias peligrosas como Salmonella, Listeria y E. coli.
Los riesgos para la salud no solo se limitan al deterioro visible. En la distribución, la falta de control térmico en camiones o almacenes puede comprometer la inocuidad del producto antes de llegar a la venta. En supermercados, una exposición prolongada fuera de los refrigeradores puede acelerar el crecimiento bacteriano. Y en casa, la sobrecarga del refrigerador o el mal almacenamiento pueden afectar la conservación de los alimentos.
Ciertos alimentos son más vulnerables que otros. Aquellos con alto contenido de agua y proteínas, como carnes y lácteos, son un medio ideal para microorganismos.
“Si un alimento requiere refrigeración para su almacenamiento, también la necesita después de haber sido transportado o comprado”, enfatiza Mayas.
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Señales de alerta en los alimentos
Es fundamental reconocer las señales de alerta. Cambios de color, texturas pegajosas o viscosas, olores desagradables y envases hinchados son claros indicios de que un alimento ha perdido su calidad. En el caso de los congelados, la presencia de escarcha o gotas de agua dentro del envoltorio puede indicar que el producto se descongeló y volvió a congelarse.
Para evitar riesgos, es clave actuar con rapidez. Si un alimento ha estado demasiado tiempo fuera del frío, lo más seguro es descartar. También se recomienda planificar las compras, usar bolsas térmicas para el transporte y no sobrecargar la nevera del refrigerador para garantizar una circulación eficiente del frío.