Sin amenazas ni jaloneos: 3 acciones efectivas para calmar a tus hijos cuando hacen rabietas

Es normal sentir frustración cuando tus hijos hacen rabietas pero la forma en la que los enfrentas es crucial para mejorar su comportamiento

Puede ser agotador y frustrante cuando tu hijo comienza a hacer un berrinche o rabieta pero en la mayoría de los casos, no es motivo de preocupación. Estos son una parte común del desarrollo de los niños, especialmente en los más pequeños. Por lo general, se supera este comportamiento a medida que crecen y entran al preescolar, alrededor de los 4 años de edad. Sin embargo, mientras eso sucede, puede que pienses que la mejor forma de educarlos para que dejen de hacerlo es amenazándolos con castigarlos o incluso recurriendo a jaloneos, cuando por supuesto, es todo lo contrario.

Las rabietas pueden manifestarse de diversas formas, desde quejidos y llantos hasta gritos, patadas, golpes y contención de la respiración. Son igualmente comunes tanto en niños como en niñas, y generalmente se presentan entre los 1 y los 3 años de edad.

Algunos niños experimentan rabietas con frecuencia, mientras que otros rara vez las tienen. Es importante entender que las rabietas son una parte normal del desarrollo infantil y son la manera en que los niños pequeños expresan su malestar o frustración.

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Estas reacciones pueden ser desencadenadas por el cansancio, el hambre o la incomodidad. También pueden surgir cuando los niños no pueden obtener algo que desean, como un juguete o un dulce, o cuando no pueden lograr que alguien haga lo que quieren, como recibir atención inmediata de un padre o que un hermano comparta su tableta. Aprender a manejar la frustración es una habilidad que los niños desarrollan con el tiempo.

¿Es posible prevenir las rabietas?

Las rabietas pueden parecer impredecibles, especialmente en los niños pequeños, ya que pueden surgir repentinamente. Sin embargo, existen acciones que puedes tomar para reducir la probabilidad de que ocurran:

Modela un comportamiento positivo. Sé consciente de cómo reaccionas ante situaciones estresantes. Evita gritar, chillar o actuar con ira, y procura comunicarte de manera calmada y serena.

Identifica y evita los desencadenantes comunes. Algunas situaciones, como el cansancio, el miedo, la sobreestimulación o el hambre, pueden propiciar las rabietas. Trata de evitar estas circunstancias o manejarlas de manera adecuada.

3 acciones que debes tomar cuando tus hijos están haciendo rabietas

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Mantén la calma al enfrentar una rabieta. Evita añadir frustración o enojo a la situación. Recuerda que tus hijos siempre seguirán tu ejemplo cuando se trata de manejar su enojo. Si gritas, igualarán tu volumen porque, en el fondo, quieren interactuar y conectarse contigo. Tu objetivo es ayudar a tu hijo a aprender a calmarse, por lo que es importante que tú también te mantengas en calma.

Ayuda a tu hijo a comprender sus emociones. Explícale cómo te sientes y por qué, utilizando frases como “Me siento enojado porque...” o “Me siento triste/cansado/hambriento”. Esto ayudará a tu hijo a identificar y expresar sus propios sentimientos.

Elogia el buen comportamiento. Ofrece atención adicional cuando su hijo se comporte bien. Abrázalo y dile lo orgullosa que te hace sentir cuando se calma o sigue instrucciones. Dale mucha atención positiva. No recompenses la rabieta de tu hijo cediendo. Esto sólo le demostrará a tu pequeño que la rabieta fue efectiva.

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