La flora intestinal es un verdadero universo viviente dentro de cada cuerpo humano, compuesta además de bacterias buenas y malas de billones de virus, hongos, otros microorganismos y tiene 10 veces más microorganismos que las células humanas, representando el 3% de nuestra masa corporal total, así lo detalla el Proyecto de Microbioma Humano.
Las bacterias buenas cuentan un papel fundamental ya que controlan la multiplicación de las malas, garantizando el equilibrio de la flora. Además, de ejercer otras funciones importantes para el mantenimiento del intestino sano y del funcionamiento normal de nuestro sistema inmunológico.
Recomendaciones
El buen funcionamiento depende mucho del consumo de probióticos, un grupo de microorganismos vivos que interactúan con nuestra flora intestinal ayudando a controlar la multiplicación de los microorganismos que pueden ser perjudiciales para nuestra salud. Algunos se encuentran naturalmente en los alimentos, mientras que otros se pueden obtener a través de productos farmacéuticos.
Además, también se recomienda:
· Dieta saludable: la fibra mantiene las células intestinales sanas y garantiza que el sistema digestivo pueda eliminar los desechos de forma adecuada. Pan integral, avena, peras, melón, brócoli, zanahorias, legumbres y nueces ayudarán a conseguir la fibra necesaria.
· Alimentos fermentados: El chucrut, kimchi o kéfir contienen probióticos (bacterias vivas), así como ciertos tipos de yogur.
· Tomar bastante agua: La constante hidratación garantiza que los minerales y nutrientes se absorban de manera adecuada en el cuerpo.
· Control de antibióticos: El exceso de estos medicamentos afectan tanto a las bacterias buenas (bifidobacterias y lactobacilos) como a las malas. Algunos estudios indican incluso que un uso excesivo puede provocar cambios nocivos en la composición y diversidad de la flora intestinal.
· Constante actividad física: El ejercicio regular estimula el intestino y aumenta la actividad intestinal, por lo que se evitan los problemas digestivos. Al aumentar el flujo sanguíneo a todos los músculos, mantiene los del sistema digestivo en movimiento, permitiendo así que los alimentos pasen por él mucho más rápido.
