Hannah Doyle, de 36 años, es una mujer inglesa cuyo instinto de madre no falló. Al nacer Zander, inmediatamente pidió pruebas de ADN, pues no se parecía a ella.
Su rápida apreciación ratificó su sentir de que algo pasaba.
“Cuando lo sostuve para tener contacto piel con piel, era diferente a mis otros bebés e instantáneamente supe que había algo diferente. Cuando miré sus ojos, estaban muy hinchados y parecían un poco almendrados”, dijo la mujer en líneas del portal británico The Mirror.
Los estudios determinaron que ciertamente Zander era su bebé, pero que padecía de una rara condición genética, llamada síndrome de eliminación cromosómica.
Aceptación
No es de extrañar que existan padres que vean síntomas o rasgos no comunes en sus niños, pero que no lo acepten y sigan como si nada estuviese pasando.
Hannah destacó la importancia de estar consciente de las condiciones de los niños, para comprender sobre el por qué de sus conductas y actitudes, y de esta manera, saber cómo ayudarlos y formarlos.
“Sé que es mejor saber para poder entenderlo si hay alguna dificultad, así que quiero difundir la conciencia para que muchos otros niños sean mejor entendidos”, dijo la mujer.
Resaltó que “creo que los niños son fácilmente etiquetados y juzgados por ciertos comportamientos cuando en realidad podrían haber muchas más razones detrás de eso”.
Instinto
Aunque al saber el diagnóstico, Hannah quedó en shock, ahora dice que está agradecida por su instinto.
Contó que su bebé, nacido en octubre de este año, ya se parece más a su padre.
“Mi instinto era diferente de cuando él nació y estoy muy agradecido por ese instinto y creo que me lo estaba diciendo y yo era consciente de ello”, expuso en reseña del referido medio.
El síndrome de eliminación cromosómica afecta el crecimiento, el habla, el corazón, el aprendizaje, además de otra serie de síntomas a nivel conductual y físico.