La salud mental es parte importante del bienestar de todas las personas y aunque todavía existen ciertos estigmas sobre las condiciones que afectan al cerebro, el pensamiento y las emociones, cada vez se habla más abiertamente de ellas.
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Así como cuidamos ciertos aspectos de nuestro cuerpo, como la actividad física o la alimentación, para estar saludables, cada vez es más común que se consideren las acciones que promueven una buena salud mental.
Por eso es muy interesante notar que muchas de las cosas que hacemos para mejorar nuestra salud física, tienen también que ver con la salud mental.
Porque aunque parecería que el sistema digestivo y el sistema nervioso tienen poca conexión, en realidad están más vinculados de lo que pensamos.
Mente sana en cuerpo sano
Desde hace mucho tenemos evidencias de que hay un vínculo entre la salud física y la mental: sabemos por ejemplo que la actividad física beneficia mucho más que a nuestros músculos.
Eso quiere decir que nuestro estilo de vida, incluida la alimentación, tiene un efecto directo en nuestro bienestar general: desde evitar enfermedades como la obesidad o la diabetes, hasta hacer menos probable que presentemos por ejemplo cuadros de ansiedad.
Hasta ahora este tipo de análisis en los que se revisan los hábitos de alimentación y se busca una correlación con aspectos de la salud física y mental, se han hecho principalmente en adultos.
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Pero sin duda si esa correlación puede ser válida también en las etapas tempranas de la vida, incluso mucho más importante.
Y justamente, a esta conclusión llegaron un grupo de investigadores británicos al analizar los hábitos de alimentación de niños y adolescentes en edad escolar, entre 5 y 18 años, de escuelas primarias y secundarias de Gran Bretaña.
Come tus verduras, niño
En el estudio, investigadores de la Universidad de East Anglia y de la agencia de Salud británica Public Health, buscaron encontrar una correlación entre hábitos de alimentación, con la salud mental de niños y adolescentes.
Para eso usaron un cuestionario en el que registraban el tipo de comidas que seguían, y que también incluía preguntas que servían como indicador del bienestar emocional.
Así encontraron que al menos 10% de los participantes en el estudio no incluían en su alimentación diaria ninguna porción de frutas o verduras. Otro 10% no comía nada durante su jornada escolar. Y apenas un 25% de todos los participantes sí comían las 5 porciones recomendadas de frutas y verduras.
Si solamente nos enfocamos en la nutrición, estos resultados son ya preocupantes: pues se trata de personas en crecimiento que no están recibiendo los nutrientes necesarios.
Además, los investigadores encontraron que los escolares que sí incluían suficientes frutas y verduras en su alimentación, también tenían mejores indicadores de bienestar emocional, comparados con los que no lo hacían.
Aunque quizá esto no es del todo sorpresivo, pues en la niñez y la adolescencia, los nutrientes que consumimos, no solamente dan energía al cuerpo, sino que contribuyen al crecimiento y el desarrollo de muchos tejidos y sistemas, como el cerebro y el sistema nervioso.
Así que, una nutrición deficiente, no solamente hará que el desarrollo físico no sea óptimo, sino que también afectará la salud mental.
Esto es algo sin duda para tener en cuenta si tenemos niños cercanos a nosotros: si nos aseguramos que todos los días, coman suficientes frutas y verduras -aunque no quieran- seguro crecerán más saludables y también más felices.