Esta emprendedora es ingeniera en informática e ingeniera civil industrial. Y a pesar de haber circulado por diferentes empresas y también como independiente, siempre tuvo la inquietud de ser su propia jefa y salir de su zona de confort.
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El 2010 cumplió sus deseos. Fue a través de su emprendimiento Ventiamore que lo hizo, cuando, a modo de hobby, comenzó a vender joyas a sus compañeras de trabajo de ese entonces.
“Fue tanto para tener un ingreso extra como porque me quedaban ganas de hacer cosas tras el trabajo”, recuerda. Además, como estudió años de día y de noche constantemente se acostumbró a estar activa hasta tarde y dormir poco. “Entonces al entrar a trabajar me pasaba que al llegar a la casa tenía mucha energía y tiempo libre. Fue ahí que decidí hacer algo. Además, mi papá siempre fue comerciante, es algo que tengo en las venas y decidí seguir ese camino”, cuenta Magdalena a Esfuerzo Pyme y Publimetro.
Decisiones
Durante el 2015 junto a su marido deciden salir de Santiago y radicarse en Puerto Montt. Este cambio también propició que Magdalena comenzara a ver su emprendimiento como una verdadera oportunidad de trabajo estable. “Para nosotros venir a vivir acá era realizar un sueño que siempre tuvimos. Nunca pensé que cumplir ese plan haría que mi emprendimiento se convirtiera en mi trabajo, mi fuente de sustento mensual”, reflexiona.
Ya instalada en el sur, su primer objetivo fue ubicar un proveedor para vender a una mayor escala. Y lo consiguió gracias a un amigo que conoció en redes sociales que también trabaja en el rubro. Así partió revendiendo joyas que compraba en el extranjero, conociendo más el rubro y evolucionando: “Cada día de este tiempo ha sido de enseñanza”, precisa emocionada.
“Ahora importo insumos y armo yo las joyas. Ventiamore’ vende joyas y accesorios de distintos materiales tales como peltre, acero y plata, pero también siempre acomodándose a las tendencias de la moda”, precisa.
Ya consolidada en ese aspecto dio el paso de buscar dónde vender sus productos: “En Puerto Montt empecé a participar en muchas ferias de emprendimientos. También en show rooms que se organizaban en varios hoteles de la ciudad. Pagaba mi inscripción y pasaba el fin de semana en eso. Así pasé durante un buen tiempo”, rememora.
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Adaptarse o adaptarse
La pandemia generó un drástico cambio en la vida. Ante el cierre de espacios de ventas, Magdalena decidió dedicarse al comercio online, al uso de redes sociales y su propio sitio web. “Había que adaptarse, buscar cómo continuar en el negocio”.
Fueron tiempos duros, reconoce. De harto aprendizaje también: “También en ese contexto me di cuenta de que mucha gente quería armar sus propias joyas y venderlas. Así decidí dar importancia a la venta de insumos dado que todas las tiendas físicas del rubro estaban cerradas y la gente no podía adquirir. Además, muchas personas no solo querían armar joyas para comercializarlas sino también querían hacerlas como una forma de entretenerse en el escenario de las cuarentenas”, comenta Sáez.
Así surge una nueva arista de su negocio, plasmado en el Instagram @vainsumos. “Cuando me atreví a salir de mi zona de confort, nunca me imaginé que llegaría donde estoy. Uno siempre piensa que la estabilidad es tener algo fijo, pero el tiempo me demostró que no era así. Tenía mucho miedo y lo hice con miedo, pero lo logré. Mejor hacerlo con miedo que no hacerlo. Gracias a Dios tengo profesión y tengo como agarrarme por fuera. Soy agradecida de eso”, asegura.
Ya en marzo de este año, logró abrir un stand en el Mall Costanera Puerto Montt en dónde tres jóvenes universitarias trabajan con ella.