“¡Mamá!, ¡mamá!, ¡mira! ¡Un árbol lleeeeeno de hadas!”, gritó emocionada una niña de unos cinco años que caminaba con su madre por el pasillo de transbordo de las líneas 3 y 6 del metro, en la estación Ñuñoa. La pequeña, que lucía en su cabeza un cintillo del que salía un cuerno brillante de unicornio, apuró el paso para ver de cerca y con los ojos llenos de emoción las hadas y duendes que ahí había.
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Este mundo mágico que encontró la pequeña era el puesto de @artesanias_le_chaton, que estaba en la estación del Metro junto a los módulos de otras emprendedoras de La Florida.
“A los niños y niñas les emociona mucho ver este árbol”, explica Jovana Pérez Martínez, una fanática de estos personajes mitológicos además de artesana y emprendedora hace un poco más de dos años.
“Siempre gustó la artesanía, pero era como una afición. A veces pensaba en dedicarme a esto, vivir de esto, pero como siempre tenía un trabajo fijo quedaba sólo en idea”, relata mientras toma y ordena sus productos que no sólo son hadas y duendes, sino también velas aromáticas y canalizadoras de energía, figuras en frío y bisutería fina.
- Pero lo que más llama la atención son los duendes y hadas, ¿no?
- Me gustan desde niña. Además, desde que tengo memoria sé de Campanita, por ejemplo. Me encantan los duendes y las hadas, son seres elementales, seres de la tierra que nos traen energía. Tienen un halo de magia y fantasía que siempre me ha atraído, y que ahora me permiten ser emprendedora.
Llenos de magia
¿Qué la hizo decidirse por emprender? Lo que les pasó a muchos durante la pandemia: se quedó sin trabajo.
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“Era auxiliar de farmacia, y al quedarme sin mi sueldo tenía que hacer algo para vivir. Fue ahí que la idea de siempre de vivir de la artesanía tomó fuerza, y me arriesgué”, recuerda a la vez que con sus manos aprieta suavemente una de sus hadas, para agregar: “Fue difícil la partida, costó mucho, pero tenía que hacerlo, y lo hice. Era ahora o tal vez nunca”.
- ¿Por qué tan tajante?
- Estaba sin trabajo. Si encontraba otro, con lo difícil de la situación en esos días me habría concentrado en conservarlo y mi idea de emprender quedaría enterrada. Fue la ocasión, se dio y aquí estamos.
Jovana está feliz con la decisión que tomó, pero aclara “que igual fue difícil: mucho trabajo, buscar asesorías, contactarme con grupos de emprendedores, pensar mucho que tal vez fue la decisión equivocada, pero al final valió la pena”.
- ¿Cómo te sientes ya consolidada como una emprendedora?
- Me gusta ser emprendedora. Como te dije, es harto trabajo, pero vale la pena. Vale la pena en la vida hacer lo que a uno le gusta, porque cuando uno es emprendedor estás haciendo lo que te gusta y esto me encanta a pesar de lo sacrificado que es.