Este noche continúa la saga de la tercera temporada de “Socios por el mundo”, cuando Francisco Saavedra y Jorge Zabaleta seguirán su ruta en el misterioso país de Benín para conocer más de sus tradiciones, profundizar en la religión vudú y descubrir las divinidades que son el eje fundamental de esta doctrina.
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Junto a su guía, Oumar, ambos amigos llegarán a la ciudad de Posotome para descubrir un pequeño lugar llamado Bopa, un espacio lleno de misterio que los llevará al corazón del vudú, práctica ancestral cargada de simbolismo y espiritualidad.
Ahí, conocerán el templo de justicia vudú, lugar donde se castiga a los ladrones, criminales y mentirosos. Serán los primeros extranjeros en presenciar este ritual, en una atmósfera ruda y fuerte en medio de tambores, música y bailes dedicados a la divinidad.
“Esto es muy primitivo, estos rituales tienen miles de años, lo que estamos viendo tiene miles de años”, comentará el actor luego de vivir esta experiencia.
El miedo de Pancho Saavedra
Además, los “Socios” llegarán a un templo destinado a las pitones, ya que en esa zona las serpientes son consideradas como una divinidad porque en la antigüedad protegían los reinos de los ataques y protegían las plantaciones y los campos contra los roedores.
En este templo sagrado, donde ambos amigos deberán purificarse con agua antes de ingresar, Pancho se propondrá vencer su miedo a estos reptiles cuando, con voz temblorosa, solicite que le coloquen una pitón sobre sus hombros.
“Cuando entiendo de lo que se trataba este templo y de por qué las veneran, mi percepción cambió y me hizo perder el miedo que yo les tenía”, confesará el animador tras la experiencia.
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Posteriormente, la dupla de comunicadores conocerán al máximo líder de la religión Vudú, una reconocida autoridad de esta ancestral tradición, quien vive en comunidad cercano a su gente, compartiendo la vida cotidiana para guiarlos con su sabiduría.
Tras conversar con este imponente hombre, quien les explicará la esencia de esta religión, Zabaleta comentará: “En cualquier momento con ese sombrero y esos anteojos sentí que se podía parar, tocar una guitarra y cantar ‘I feel good’. Se veía como un músico, una estrella del rock, como una celebridad... Es la figura máxima del Vudú, carismática, entretenida y buena para hablar con grandes discursos”.