Katherine Orellana reveló este viernes que hace algunas semanas ha estado pendiente de los cuidados de su madre, Clara Soto, quien por estos días se encuentra internada en el hospital San Juan de Dios luego de haber sido operada del corazón y haber sufrido además dos eventos de ACV.
La cantante y exfigura del programa de talentos “Rojo”, consiguió estar junto a su progenitora luego de conseguir que el centro de rehabilitación donde trata sus adicciones al alcohol le diera la autorización para seguir su tratamiento fuera del recinto, un beneficio que la artista asegura le ha servido para aprender a ser una “mejor mamá” y “enfrentar los problemas con altura”.
Las preocupaciones de Katherine Orellana
“Estuvo tres semanas en un hospital de Rancagua esperando cama en el San Juan de Dios. La cirugía fue a corazón abierto, le pusieron dos bypass y tiene un problema en la aorta izquierda que no se le puede destapar. Gracias a Dios la operación salió bien, está estable, pero sigue en la UCI. Lamentablemente le vino otro ACV, pero pequeño”, contó Orellana en conversación con lun.com, medio en el que la cantante dio cuenta de los avances que ha logrado con su tratamiento contra las adicciones (lleva seis meses en el centro de rehabilitación Creeré Chile) y lo preparada que se siente en un futuro para recuperar la tuición de su hijo, quien ahora está bajo tuleta judicial de su madre y una prima.
“El tratamiento me ha hecho bien y me ha dado mecanismos para enfrentar los problemas con altura y con una mente optimista, mi mejor opción es haberlo hecho. Es algo bien bonito y doloroso a la vez porque me siento entera, sólida, con una fe inquebrantable, súper contenta de poder apoyar a mi mamá, y a mi papá. Puedo servir de ayuda, pueden respaldarse en mí y eso me hace sentir bien”, reconoce Katherine, quien por estos días está dedicada un ciento por ciento en los cuidados de su madre.
“Ve tantas cosas en la UCI (su mamá) que se pone inquieta. Me dice que se quiere ir y me dan ganas de traérmela, pero uno sabe que los doctores están haciendo lo mejor posible. Igual te vas con la incertidumbre de que pase buena noche. Viajo de Rancagua a Santiago todos los días para poder darle comida, porque no quiere comer, está desganada. Imagínate, una mujer que ha trabajado toda su vida en la feria y ahora, estar más de un mes en cama y sin poder hacer nada. Está angustiada y es entendible porque son procesos diarios. Un día está bien y al otro, no. Yo me he puesto mucho más empática”, cuenta.
La convicción de Katherine Orellana
“Mi rutina es bien intensa. La semana pasada estaba vendiéndole el resto de la mercadería que le quedaba en la feria. Terminaba la feria, me iba al hospital de Rancagua y estaba todo el día con ella. Desde que la operaron me vengo de Rancagua en bus al hospital San Juan de Dios. Le doy el almuerzo, la once y la cena. La acompaño y le converso para que no se sienta sola y no esté tan perdida. Después tendremos que hacerle terapias cognitivas”, explica Orellana, quien enfatiza que este nuevo régimen no la ha apartado ni un día de su propia rehabilitación.
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“Yo sigo con mi tratamiento y de hecho, todos los días me comunico con mis doctores y terapeutas que me llaman para saber cómo estoy. Cuando mi mamá se estabilice y le den el alta, me organizaré con mis hermanos (Giselle y Jonathan) para cuidarla en la rehabilitación porque quedó con inmovilidad en su parte derecha. Es un proceso que se viene largo. Ante la adversidad yo miro el crecimiento, porque eso me va a unir más con ella, me va a enseñar a ser mejor mamá, a entender muchas cosas que uno no ve cuando está en la comodidad”, señala.
Respecto de los avances que ha presentado en su propio tratamiento, y las posibilidades que ve de recuperar la tuición de su hijo una vez que los tribunales consideren que está en condiciones de hacerlo, Katherine enfatiza que hará todo lo que esté en sus medios para demostrar que está sana.
“Mi hijo quedó con una prima porque en tribunales está establecido que si a mi mamá le pasaba algo, esta prima quedaba con la tuición. Yo he presentado varios escritos a los tribunales de Rancagua para que me levanten la medida cautelar, porque no me puedo acercar a mi hijo (Facundo, de 10 años) durante dos años. Ya llevo casi un año. Me entero de todo, pero no puedo hablar con él. Puede ser contraproducente para él y para mí si quiero recuperar la tuición de mi hijo. Sé que no es de un día para otro, pero estoy preparada. En este momento estoy teniendo lo que me he ganado por mis malas decisiones, aunque también he ganado mecanismos para entender que puedo recuperarlo. Ya no soy la mujer de antes. Gracias al tratamiento estoy pensando bien. Me ha cambiado todos los puntos de vista de lo que me pasa. Veo todo positivo”, finaliza.