En 2015, Chile fue sede del Campeonato Panamericano de Lucha. En aquella edición, en la categoría 130 kilos, Yasmani Acosta se colgó la medalla de bronce, en la que sería su última competición por su país natal, Cuba.
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Tras ese certamen, el luchador grecorromano decidió no volver a la isla. Por un lado, para darle una mejor vida a su madre, mientras que por otro, para salir de la sombra de Mijaín López, su rival de ayer en la final de los Juegos Olímpicos.
El nacido en Agramonte estuvo dos años trabajando como guardia de seguridad, sin poder entrenar, mientras esperaba el permiso. Lo obtuvo en 2017, año en el que comenzó a defender la bandera nacional, con resultados inmediatos.
Un cuarto puesto en Tokio 2020 fue un aviso de lo que se vendría. Ahora, en París 2024, logra la tan anhelada presea olímpica, la 15ª en la historia criolla, pero que marca un hito, al ser la primera de un migrante.
Tendencia mundial: Chile también se nutre
En Europa, los migrantes hace rato vienen ganando medallas para sus países adoptivos. Entre muchos ejemplos, está el de Mo Farah, nacido en Somalia, que se colgó cuatro oros para Gran Bretaña entre Londres 2012 y Río de Janeiro 2016, en 5.000 y 10.000 metros.
Estados Unidos también ha aprovechado este fenómeno, por ejemplo, en el básquetbol. En el actual plantel masculino está Joel Embiid, oriundo de Camerún y que busca el oro en París 2024 con el “Dream Team”, que ayer dejó en el camino a Brasil.
No sólo África ha sido proveedora de deportistas al Viejo Continente. El caso del hockista Gonzalo Peillat causó revuelo en el evento parisino, ya que, pese a ser de Buenos Aires, gritó con todo su gol por Alemania frente a los “Leones”, con los que fue campeones olímpicos en Brasil, hace ocho años.
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En 2020, peleado con la federación transandina, decidió nacionalizarse germano. Tras haber eliminado a la “Albiceleste” en cuartos, ganándose el repudio de sus excompatriotas por su efusivo festejo, este martes se instaló en la final.
Esta tendencia está empezando a llegar a Sudamérica, donde Chile no es la excepción. Si bien Yasmani es el primer medallista olímpico migrante, hay algunos que ya se han subido al podio en Juegos Panamericanos.
Santiago 2023 fue una buena muestra de ello. Santiago Ford, otro venido desde Cuba, se llevó el título en el decatlón, emocionando a todos con una historia de sacrificios similar a la del luchador grecorromano.
También en la cita capitalina, debutó una disciplina que en nuestro país da sus primeros pasos con una selección multicultural. Se trata del béisbol, con “peloteros” provenientes de tierras venezolanas, cubanas y puertorriqueñas.
Respecto a las mujeres, desde Haití llegó una atleta que comienza a dar que hablar en las pistas: Berdine Castillo. Campeona iberoamericana de los 800 metros en mayo, quedó a solamente 64 centésimas de establecer el récord criollo, vigente desde 1990 y en poder de Alejandra Ramos.
Y volviendo a los cubanos, hay uno que está de regreso, luego de un período oscuro, que le valió una sanción por dopaje. Es Arley Méndez, que representando al Team Chile, fue dos veces el mejor del mundo en los 85 kilos del levantamiento de pesas.
Acosta, su coterráneo, es ahora el máximo exponente de otra lucha que está librando la población que migra a suelo nacional. Ésta es, la de abrirse paso en el deporte y situar la bandera chilena en las alturas olímpicas.