Por estos días, Nicolás Núñez aprovecha su salida de Magallanes para hacer algo que no había tenido tiempo de concretar. Se instala por unos días en Europa, para visitar los entrenamientos de algunos clubes españoles, como el Betis y el Villarreal, aprovechando de entrevistarse con técnicos como Manuel Pellegrini, para adquirir conocimientos. Además, aprovechará de ver algunos partidos en los cierres de diferentes torneos del “Viejo Continente”, con escala en la final de la Champions League incluida.
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“Tras la salida de Magallanes, hemos tenido un tiempo de mucha reflexión y aprendizaje, sacando conclusiones con el cuerpo técnico, evaluando las cosas que sentimos que hicimos bien y las que podemos mejorar. En lo personal, estoy aprovechando para resolver este pendiente de ir a Europa, porque -al retirarme- pasé a ser inmediatamente asistente técnico y luego entrenador. En algún momento quería hacerme el tiempo para entrevistarme con técnicos, sacar experiencias, que son muy valiosas para ir aprendiendo. Hay que recoger conocimiento de los maestros. El objetivo del viaje es estar con quienes me identifico y de quienes siento que puedo aprender muchísimo. En Chile también pretendo hacer esto de retroalimentarse y aprender”, dice el “Nico”, quien aún no sabe qué será de su futuro laboral luego de haberse convertido en una de las revelaciones en los banquillos nacionales, no sólo por la exitosa campaña 2022 de la “Academia”, sino también por la impronta de buen juego que tenía su equipo desde antes de los títulos. “Lo que venga, implica necesariamente estar un tiempo fuera, aunque aparezcan opciones (el reglamento impide que tome un equipo antes de dos meses desde que deja el club anterior). Lo inmediato es viajar, conocer, aprender, mirar y juntar energías para un proyecto que pueda surgir”, profundiza.
Si tuviera que elegir un destino, un club dónde dirigir, ¿cuál sería?
— No tengo un ideal, pero tampoco me he puesto a pensar qué es lo que quiero. Lo que tenía claro es que quería hacer este viaje. Volver a la banca tendrá que ver con la situación y el lugar. Me gustaría tratar de elegir, dentro de las opciones que haya, un entorno donde se potencie nuestro trabajo, como ocurrió en Magallanes. En todo caso, las necesidades van cambiando y, a veces, uno tiene menos poder de elección. El ideal sería ir a un club, independiente del momento de la temporada, donde el proyecto vaya en línea con nuestra idea de juego, que -creo- es un sello que impusimos en Magallanes.
¿Hay algún equipo al que no dirigiría? Por ejemplo, siendo exjugador de Universidad Católica y formado ahí, ¿descartaría ir a Colo Colo o Universidad de Chile?
— Para nada. En ningún caso descartaría algún club. Además, hay muchos que no conozco. Sería irresponsable decir a priori que no, sin conocer los proyectos. Una vez que elegí ser técnico, además, sabíamos como familia que se podían presentar posibilidades en diferentes lugares.
Pese a que tiene sólo una experiencia como técnico principal, hace rato que es seguido por algunos clubes importantes en el medio local, incluso antes de los éxitos con Magallanes. ¿Es una presión?
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— Más que presión, me siento orgulloso de que sea así, porque es el resultado del trabajo y del amor a una forma de jugar y de sentir el juego. Que nos puedan reconocer por eso, motiva. Entiendo que requiere responsabilidad de nuestra parte, porque lo que hicimos en Magallanes no se va a aplicar de la misma forma en otro lugar. Eso requiere la dinámica de aprender diariamente, de estar actualizándose. Me gustan los desafíos, todos queremos ir mejorando en la calidad de nuestros trabajos y calidad de vida. Para eso nos estamos preparando: para tratar de llegar lo más alto posible y poder competir. También tengo sueños, como los tuve como jugador. No puedo descansar en lo que hicimos, sino que hay que seguir preparándose, aprovechando estos tiempos donde no estoy activo. Cuando estaba activo también lo hacía y así también se lo exijo a la gente que trabaja conmigo. La preparación es importantísima. Después, el instinto de uno para ver el juego es una habilidad que uno trae, pero hay que prepararse para potenciarla.
¿Cómo resume su paso por Magallanes?
— Fue un aprendizaje increíble, por más que la salida haya sido porque sentía que no nos acompañaban los resultados. Lo realizado en dos años y medio, respecto de cómo recibimos al club y cómo empecé como técnico, y cómo me voy, es la consecuencia del crecimiento conjunto. Dejamos al club en un lugar mucho mejor del que partimos. En lo personal, fue un aprendizaje vivir emociones límites desde los dos lados. Salí muy triste y fue, creo, el sentir de todos, pero con la decisión tomada tranquilamente y con seguridad.
A su salida habló de un liderazgo desgastado. ¿En qué sentido?
— Más que eso, siempre sentí el compromiso de los jugadores, quienes estaban muy alineados con nosotros. Pero pienso que se necesita otro tipo de liderazgo, porque aunque veía que el equipo nunca se vio perdido en la forma de jugar, los resultados fueron acrecentando el nerviosismo o la sensación de no querer decepcionar. Los jugadores querían, intentaban, hacían y -por equis motivo- no podíamos ganar, y eso empezó a frustrarlos. Sentía que ellos tenían una carga de decir “estamos fallando al cuerpo técnico y al club” y, al haber un cambio de liderazgo, hay una liberación de tensión. No tiene que ver con las relaciones. Al contrario: a todos nos dio mucha pena, porque en estas crisis de malos resultados empieza a haber diferencias entre cuerpo técnico, jugadores y dirigencia, pero en este caso estábamos todos muy alineados. Y la decisión fue en conjunto, porque queremos a Magallanes en Primera y nuestra salida era una de las soluciones que podía ayudar a que el equipo levante el rendimiento. Y no es que no me sintiera capaz, ni que estuviera decepcionado, pero analizamos y así empecé a sentirlo durante los partidos.
¿Hace un mea culpa de no haber reforzado mucho el plantel que ascendió?
— Totalmente. Desde la parte más técnica, la gran razón de los resultados es porque no tuvimos efectividad. Conformamos un plantel con el que nos ilusionamos con el rendimiento del año pasado, con el título de la Copa Chile y haber competido contra equipos de Primera haciéndolo bien. Nos ilusionamos con que, manteniendo la gente y cuidando la dinámica, podíamos competir. Pero, obviamente, fue un error haber apostado por eso, porque deberíamos haber sumado gente que llevara tiempo en Primera, que sean experimentados en la categoría y, con el tema etáreo, que estuvieran en la plenitud desde la parte física y desde la comprensión del juego. Lo que analizamos es que teníamos jugadores muy jóvenes, desarrollados en el club, que hacían sus primeras armas y tenían mucho potencial, pero eran irregulares. Y los experimentados que teníamos, desde la parte física, no estaban para mantener el nivel de intensidad en las distintas competencias. Entre los 25 y 30 años, que tienen más madurez desde el entendimiento del juego y están en plenitud física, teníamos muy pocos jugadores.
Pero la decisión de no sumar muchos refuerzos se toma consciente…
— Fue una decisión tomada desde todos los aspectos. Nos ilusionamos con que este equipo había competido bien en la “B” y en torneos donde jugamos contra equipos de Primera, pero es distinto afrontar una campaña. Esos partidos contra rivales de la serie superior eran llaves directas. No tuve la visión o experiencia de evaluar eso. No fue una decisión sentimental por cuidar a quienes habían tenido los logros la pasada temporada. El club tiene un presupuesto que, seguramente, es el menor de toda la Primera y eso también limita el rango de jugador que puedes traer. Pero, de esa misma forma, competimos en la “B”, con un presupuesto que era menor al promedio, y tuvimos un año importante. Por probabilidades, teniendo más inversión y más jugadores, tienes más seguridad en el juego. A lo mejor, lo nuestro fue anormal el año pasado y no tuve la visión para sumar unos tres a cinco jugadores calados.
Con un poco más de perspectiva y tras la primera rueda, ¿qué equipos juegan bien en el torneo nacional?
— Alcanzamos a analizarlos, pero no jugamos contra ellos: Huachipato me parece un equipo súper interesante, porque no tuvo tantos cambios en su plantel y tiene una forma de jugar que me gusta mucho, buscando el ataque como idea matriz. Lo hacen de una forma diferente a la que teníamos nosotros, con menos pases, pero veo potenciados a muchos jugadores que me han llamado la atención. Después, el Everton de “Paqui” (Francisco Meneghini). Ha sido irregular, pero siempre me han gustado sus equipos, porque busca con conceptos que me gustan, como construir desde atrás, mutando en las estructuras. Esos son dos equipos que me gustan.
En la misma línea, aprovechando que ahora lo mira con un poco más de distancia: ¿El torneo es tan malo como sostienen algunos?
— Desde adentro, lo sentía muy competitivo. Mirándolo más tranquilamente y haciendo el comparativo con ligas cercanas, siento que hay una parte importante en la que debemos mejorar. El rendimiento debe mejorar, sí, pero eso va de la mano con problemas mayores, como la infraestructura y las políticas de los torneos. Hay canchas donde no se puede jugar, que es el punto de partida para que se mejore el torneo. Si no mejoramos desde ese lado y tratamos de solucionarlo desde otras partes, estamos equivocados. Somos un torneo que debe crecer mucho y en eso los países vecinos nos van ganando, porque el espectáculo parte desde una buena cancha, un buen balón, seguridad en los estadios...