Con mucho sentido del humor, la reconocida jueza de línea Cindy Nahuelcoy repasó sus inicios en el mundo del arbitraje, en aquellos tiempos en que el referato le brindaba una oportunidad laboral para poder financiar sus estudios de pedagogía en educación física.
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En una distendida conversación con TNT Sports, Nahuelcoy dio detalles de cómo fueron esos inicios arbitrando, primero en el fubolito, cuando le pagaban 7 mil pesos por partido, y luego en el fútbol ameteur, donde vivió la cara más cruel del oficio.
“A los 19 años comencé a arbitrar, un compañero me invitó a un campeonato en el que necesitaban mujeres. En ese tiempo yo trabajaba de promotora, me acuerdo que trabajaba disfrazada de fideo o de viejita pascuera, entonces entre trabajar de árbitra, que iba a ganar un poco más trabajando media jornada, y trabajar como promotora durante todo el día, por un tema de lucas opté por ir a árbitrar. Así comencé”, partió contando.
“Ahí era árbitra de futbolito de niñas. Con el tiempo comencé a ir a partidos de hombres como asistente. De hecho en mi primer partido como asistente no sabía nada del fuera de juego. Siempre me gustó el fútbol, pero nunca comprendí el fuera de juego”, continuó.
Sobre aquellas complicaciones con el off-side, Nahuelcoy explicó que “en un camarín, mi compañero me explicó con una hoja cómo era el fuera de juego”.
Consultada si es que aquella explicación a punta de hoja y lápiz le bastó para aprender, entre risas respondió: “No. Había un compañero detrás mío soplándome el fuera de juego, pero yo siempre cuento que no me explicaron el fuera de juego que venía de vuelta, entonces nunca lo entendí”.
“Todos me reclamaban, yo decía ‘por qué me están reclamando, si no está fuera de juego’. Ahora lo manejo”, siguió contando, siempre con mucho sentido del humor.
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La crueldad del fútbol amateur
Tras aquellas primeras experiencias, vinieron otras etapas en las que Cindy Nahuelcoy alcanzó la madurez necesaria para dar el salto al profesionalismo. “Ahí uno se hace más fuerte, la gente es súper cruel y mala, pero eso me hizo ser más fuerte y poder dedicarme mejor al arbitraje. Y en el fútbol femenino es súper bueno el trato con las jugadoras y el público. Ahí me desarrollé de mejor manera”, comentó.
Sobre esas experiencias adversas en el fútbol amateur, la jueza asistente recordó que “eran crueles, pero nunca pensé en salirme del arbitraje. Me gustaba tanto que sentía que era lo que tenía que pasar, porque en ese tiempo éramos pocas mujeres y yo sentía que era lo que tenía que vivir, lo que me tocaba”.
“Cuando arbitraba en el fútbol de barrio respondía, me costaba controlar esas emociones, de hecho recién las empecé a controlar en el femenino, porque en un comienzo en el femenino igual respondía, pero ahí me di cuenta que no respondía. No corresponde que una responda de forma prepotente a otras personas. Eso lo aprendí después, pero en el fútbol de barrio no me quedaba callada nunca”, complementó.