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Dejaron caer el ataúd, se abrió frente a cientos de personas y luego huyeron: el drama contra la funeraria que desfiguró el cadáver de su esposo

Cuatro años después Debbie todavía no puede asistir a funerales.

Una verdadera pesadilla vive esta esposa británica que ha perdido doblemente a su esposo. La primera vez se lo llevó la vida y la segunda una negligente maniobra y comportamiento con su ataúd.

Debbie Swales, de 52 años, perdió a Gavin después de una larga ducha contra la leucemia y un cáncer de riñón. La pelea la estaban dando desde 2013 y pasó por diversas etapas. Una de ellas, la mejor, fue cuando su hermano donó parte de su médula ósea. De ahí en adelante su salud sólo empeoraría, comenzando por una fuerte neumonía. Así hasta su muerto, meses después del segundo transplante de riñón, en 2015. Terrible.

Pero no todo terminó ahí. La despedida para Gavin sería enorme, así que comenzó a organizarla. Sus amigos lo llamaban el “Gigante Gentil” y haciendo honor a su apodo repletaron el cementerio. Entre 400 y 500 personas asistieron a darle el último adiós a Gavin.

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Pero una fatal negligencia de la funeraria Clark Pearson destruyó su corazón. Al momento de bajar el ataúd una mala maniobra hizo que este sólo cayera al vacío. Bajó a la tierra unos metros y el féretro quedó destrozado. La madera del ataúd tampoco era muy buena: se destruyó con la caída. Y de todo esto, la visión era la segunda peor cosa. El cuerpo de Gavin quedó a la vista de los cientos de asistentes y se le hicieron heridas en el rostro por la ruptura del cajón. “Tenía un corte en la cara como resultado de la ruptura del ataúd. Me ha perseguido desde entonces”, dijo Swales confesando su drama con Metro.

La primera peor cosa fue la reacción de los portadores del féretro en el cementerio West Road de Newcastle. Al momento en que el ataúd cayó, sólo salieron corriendo. Huyeron de la escena. Inmediatamente los hijos de la pareja saltaron para recuperar a su padre. “La tapa se abrió de golpe y los niños saltaron. Al levantarlo, el ataúd se cayó a pedazos.

Finalmente la familia organizó otro funeral al día siguiente, en una empresa distinta. “No es solo el hecho de que lo dejaron caer. Por supuesto que fue un accidente. ¿Pero quién huiría? Te enfrentarías a lo sucedido y no dejarías que la familia saltara a la tumba”, dijo Debbie.

La vida después del ataúd abierto

«Los últimos cuatro años han sido un infierno. Cada vez que veo a Gavin, solo veo la imagen de él en un ataúd roto con gente corriendo caóticamente y miembros de la familia que quedan para sacarlo

“Todo lo que quería es justicia para mi esposo. No tiene, y nunca será, sobre el dinero. Pero mi familia ha pasado por el infierno los últimos cuatro años y Clark Pearson necesitaba darse cuenta de lo que nos han hecho. La gente dice que el tiempo cura, pero ahora no me siento diferente a lo que hice el día de su funeral. Me siento vacía y no puedo ser feliz. Siempre voy a llevar esta tristeza por el resto de mi vida”.

El cementerio indemnizó a Debbie con 136.500 libras esterlinas. La suma corresponde a poco más de tres millones de pesos. Sin embargo se realizaron otros cobros por los servicios y le descontaron cerca de dos millones de pesos.

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