Es verdad, los trasplantes de materia fecal -si, de caca- existen y aunque son un tratamiento antiguo, han vuelto a la actualidad por su efectividad demostrada en una enfermedad concreta: la infección por Clostridium difficile.
Aunque se utilizan diversas técnicas, el trasplante básicamente consiste en utilizar heces de una persona aparentemente sana y administrárselas al paciente. Para ello se utilizan varias vías y sistemas como oral por sonda; oral en cápsulas preparadas especialmente; o bien por vía anal: a través de enemas o, más comúnmente, con infusión de preparaciones líquidas provenientes de heces de uno o varios donantes a través del colonoscopio.
Una situación que podría parecer una broma, pero que en Australia se está transformando en un problema de salud pública, debido al auge que existe en ese país por el procedimiento.
Según el informe que publica el sitio News.com.au, algunas de las clínicas operan como «bancos de caca» donde las personas saludables pueden donar sus heces para ayudar a otras.
Cómo ser donante
El director del Centro de Salud Digestiva en Sydney, profesor Thomas Barody, un pionero en trasplantes en Australia, reconoce que existe un déficit en el número de donantes, lo que se ha traducido en una reducción del número de materia fecal para ser trasplantada.
Pero cómo se puede ser donante, el especialista explica que primero se debe evaluar la salud de los voluntarios, de los cuales aproximadamente uno de cada 12 son viables y pueden convertirse en contribuyentes regulares del banco de caca.
Una vez registrado el depósito las heces se usan en un trasplante directo a través de un enema en el ano o se convierten en pilares, lo que el profesor Barody denomina «crapsules».
Cabe mencionar que aunque en la medicina occidental el procedimiento es relativamente nuevo, siendo el primero registrado en 1958, el uso de suspensiones fecales se ha informado en China desde hace muchos años.
