Opinión

Columna de Raúl Sohr: Chile y la guerra sicológica

  1. Analista internacional

Por las redes sociales corre todo tipo de versiones falsas. Una de ellas busca explicar la violencia en Chile denunciando la presencia de agitadores extranjeros. Un militar chileno en retiro, un oficial superior con amplios vasos comunicantes con las ramas de la defensa, postula vía WhatsApp que Venezuela habría despachado entre cinco y seis mil agitadores. Este enorme contingente habría aprovechado el flujo de inmigrantes para ingresar al país. Se trataría, según esta versión, de individuos con preparación en combate urbano, inteligencia y sabotaje. Estos elementos tendrían la misión de destruir el transporte público, incluido el Metro, afectar la red de energía eléctrica y otros blancos clave. Los infiltrados tendrían por meta política socavar “el ejemplo de éxito del modelo neoliberal” y cobrarle a Piñera su protagonismo en Cúcuta y el Grupo de Lima. Una operación de semejante magnitud es cara, pero los recursos estarían disponibles gracias al tráfico de drogas.

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Esta presencia sería, sin duda, uno de los secretos mejor guardados por el Gobierno pues, según el autor del cuento, se habrían detectado alrededor de 700 de estos infiltrados, que ya fueron expulsados. En los días de protestas han sido detenidas cerca de dos mil personas. Ninguna de ellas ha sido presentada como parte de esta presunta brigada.

Otras fuentes citan como evidencia, de la participación de Caracas, un discurso de Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, que dijo que lo que se está viendo en Chile y que también se vio en su momento en Argentina, Ecuador y Perú era “una brisita bolivariana”, la cual ahora se extenderá a Colombia y Brasil. Cabello agregó en característico estilo metafórico: “Vamos para un huracán bolivariano, un huracán de los pueblos no lo detiene absolutamente nadie”.

El presidente Nicolás Maduro, a su vez, aclaró: “Ahora el pueblo de Chile se rebela y se levanta, y la derecha de Chile también dice que es culpa de Maduro. No es culpa de Maduro, es culpa del Fondo Monetario Internacional y del capitalismo salvaje”.

Hasta el momento no existe prueba alguna de la mentada infiltración. Es un recurso propagandístico que fue empleado en 1973 con la denuncia de la presencia en Chile de veinte mil combatientes cubanos. Una cantidad increíble de personas que se esfumaron, pues ni una sola fue exhibida en público por parte de la dictadura. Culpar a presuntos extranjeros es alimentar la inseguridad y la xenofobia. Permite alentar el militarismo y llamar a cerrar filas frente a una agresión extranjera. Es una narrativa tóxica de alto poder corrosivo que pone en la mira a los venezolanos residentes. Es difícil desmentir lo que no existe. El rumor es un arma favorita en el arsenal de la guerra sicológica.

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